En LA ESCUDERÍA hemos seguido investigando sobre los avatares de la vida del Rolls-Royce Phantom V de Valencia del que os hablábamos la semana pasada. Como ya relatábamos, se trataba de la unidad don número de chasis 5LVF119 -la L por volante a la izquierda, left– con carrocería de James Young. Llegó a nuestro país el 17 de abril de 1967, pero no sabemos si lo hizo para el Sector Automóvil de Barcelona o directamente a través del importador de la Rolls-Royce en la época, Carlos de Salamanca.
Hay que recordar que también Valencia contaba con una Feria Internacional muy importante, de hecho, la primera de su tipo en España. Tenía una parte e incluso un pabellón dedicado al automóvil en el que también se importaban vehículos en las mismas condiciones que en Barcelona. Por lo tanto, existe la posibilidad de que el Rolls-Royce Phantom V valenciano entrara por allí. De hecho, fue puerta de entrada de muchos vehículos, de ahí que la capital de Turia contara con colecciones de coches y piezas muy destacas en su época.
Precisamente, en 1967 la denominada Feria Muestrario Internacional celebraba su cincuentenario con una edición que tuvo lugar entre el 1 y el 15 de mayo. Esas fechas cuadran perfectamente con una posible importación directamente a Valencia. En todo caso, parece claro que no se vendió en el transcurso de esta, dado que el coche no llegó a cambiar de dueño hasta dos años después.
HISTORIA DEL ROLLS-ROYCE PHANTOM V DE VALENCIA
Gracias Juan Inigo Ros, editor de Clásicos al Volante, hemos podido reconstruir casi al completo los pasos de nuestro protagonista. Como ya contamos, inicialmente el Rolls estuvo inscrito a nombre de una empresa -posiblemente el importador-, hasta que cambia de titularidad el 30 de mayo de 1969. Curiosamente, recibió la matrícula de Madrid M-749477, aunque estuvo toda su vida en Valencia.
Algunas informaciones apuntan a que su primer dueño sería Juan Alegre Oltra. Contrariamente a lo que publicamos inicialmente, no fue propietario de Industrias Alegre, pues el fundador de esta empresa fue Vicente Alegre, que nada tiene que ver con Juan. Recordemos la vinculación de Industrias Alegre con el mundo del automóvil, pues eran suministradores de piezas de plástico. Por ejemplo, en los 70 empezó a producir piezas para SEAT y Simca y, más adelante, para Ford. Así las cosas, el misterio sobre el primer dueño, continúa. No obstante, el Phantom V fue visto con cierta frecuencia por Valencia a finales de los años 60 y principios de la década de los 70, muchas veces con chófer. Se trataba de una pieza tan lujosa que cuenta la leyenda que, cuando el general Franco visitaba la capital del Turia, era el automóvil que utilizaba para desplazarse.
Sea como fuere, los aficionados valencianos recuerdan perfectamente el coche en la ciudad, de donde, como veremos nunca ha llegado a salir. De hecho, no era el único Rolls-Royce que había en Valencia. Y es que, con frecuencia, tendemos a olvidar que en la España de la dictatura también se importaron algunos automóvil de primerísimo nivel.
CAMINO DEL OLVIDO
Como no podía ser de otra forma, el coche no tuvo un uso intensivo ni mucho menos, no llegando a recorrer ni tan siquiera 5.000 kilómetros en total. Paulatinamente fue saliendo menos hasta que, el 17 de abril de 1985, el coche pasa a estar a nombre de una empresa. Se trataría de una constructora con sede en Valencia cuyo dueño responde a las iniciales FGF. A finales de los 80, el Phantom V hizo una de sus últimas apariciones públicas, pues se usó para una boda, aunque ya tenía algunos problemas mecánicos. Parado durante largos periodos, arrancó con esfuerzo y en medio de una gran humaredas.
De hecho, estuvo en manos de un conocido especialista de la ciudad, Talleres Octavio, donde le tuvieron que hacer las culatas. Con todo, seguía luciendo en un estado de conservación muy bueno, casi perfecto, tanto exteriormente como en el interior. Sin duda, aunque se usó poco, se cuidó con mimo, como no podía ser de otra manera con una automóvil de esta categoría
El coche fue dado de baja temporal el 14 de marzo de 1989, muy probablemente porque prácticamente ya no se usaba y para evitar más problemas mecánicos. Sea como fuere, ya no volvería a rodar salvo para salir de la nave en que se guardó durante más de tres décadas y subirse a una plataforma camino de Europa.
EN BUSCA DE UNA NUEVA VIDA
Se cuenta que, tras el fallecimiento del dueño, hubo un problema de papeles con los herederos que impidió que el coche pudiera venderse. No ha sido hasta después de la pandemia cuando finalmente se ha podido solucionar, momento en el que el Rolls-Royce Phantom V de Valencia al fin ha podido abandonar la nave en la que había permanecido encerrado más de 30 años.
Pese a estar tantísimo tiempo parado, lo cierto es que su estado siendo francamente bueno y, sobre todo, no le faltaba ningún elemento. Actualmente, ya está siendo restaurado en un país centroeuropeo, donde han decidido pintarlo en un tono bicolor. Allí vivirá una nueva vida, seguramente echando de menos el mar Mediterráneo.
Fotografías Juan Inigo Ros y OSG.