A finales de los años sesenta apareció uno de los movimientos estilísticos más importantes para el mundo del automovilismo: la revolución del diseño en cuña. Liderada por Paolo Martín, Marcello Gandini o Giogetto Giugiaro en ella se asentaron las superficies horizontales y los ángulos rectos sobre los cuales habría de rodar buena parte del diseño deportivo de los setenta y ochenta.
Además, su gusto por echar la altura al suelo incidía en un mejor coeficiente de penetración aerodinámica aunque esto conllevara la instalación de puertas con apertura vertical. No en vano, para estos lápices a sueldo de Pininfarina, Bertone o Italdesign el presupuesto estaba al servicio del mayor efecto visual posible.
Un movimiento, una escalada técnica, dentro de la cual podemos identificar a prototipos tan icónicos como el Alfa Romeo Carabo, el Porsche Tapiro o el Ferrari Modulo. Todos ellos auténticas obras maestras del diseño industrial que, junto a otros ejemplos, configuraron uno de los mayores cambios dados en el mundo de las carrocerías. En suma, algo inapelable en su calidad e influencia.
Sin embargo, más allá de aquellos grandes mitos del automovilismo podemos observar pequeños e imprevistos precedentes. De hecho, nuestro protagonista se basa ni más ni menos que en un modesto Renault 4 y no, no es el producto de algún diseñador independiente sino algo creado dentro del propio centro de estilo perteneciente a la casa francesa.
RENAULT 4 LIGNE FLÉCHE, SU IMPRONTA EN EL POSTERIOR R12
Pocos vehículos han sido tan prácticos, útiles y versátiles como el Renault 4. Visto tanto en el esfuerzo agrícola como en el transporte urbano e incluso las competiciones sobre tierra, paradójicamente éste contó con muy pocas variantes especiales. De hecho, más allá de estudios como el del Rodeo -una especie de buggy realmente interesante- resulta complejo dar con prototipos realizados sobre su base.
Sin embargo, hace tan sólo unos días conseguimos dar con aquella idea de un Renault 4 Coupé tan bien representada por el estudio de diseño Ligne Fléche. Pero vayamos por partes. En primer lugar, lo cierto es que dimos con ello por casualidad pues, no en vano, nos encontrábamos preparando un artículo sobre el R12 fabricado en la FASA. Y eso, como veremos, no fue una casualidad pues son diseños unidos entre sí.
Caracterizado por una cierta cuña lateral, la carrocería del R12 fue obra de la propia marca con la participación de un grupo de diseñadores entre los cuales se encontró Robert Broyer. Contratado nada más acabar sus estudios, este inquieto estilista parecía trascender los rígidos límites impuestos por la Régie Nationale. A la sazón, una empresa realmente conservadora en lo referido a sus carrocerías más allá de maravillosas extravagancias como el Avantime o el Scénic Concept.
Así las cosas, este joven se adelantó en casi una década a la revolución del diseño en cuña gracias a la aparición en 1963 del Ligne Fléche. Un modelo estático y que, aunque pueda parecer llamativo, tomó como base a un modesto R4 bajo la idea de apostar con posibilidades por su producción en serie.
Por cierto, tal y como podrán imaginar, Robert Broyer fue clave en en la línea del R12 trasladando sus ideas a aquel tres cuerpos tras haberlas llevado al límite en este ejercicio de diseño. Ejercicio de diseño que, frente a ciertas corrientes dominantes en la época, buscaba crear líneas capaces de exhibir un frontal cortante y afilado apostando por lo que, pocos años después, acabarían siendo las formas en cuña del Carabo, el Stratos Zero, el Tapiro y sus correligionarios.
EL SUEÑO FALLIDO DE UN RENAULT 4 COUPÉ
Del Ligne Fléche se conocen pocos datos y, en honor a la verdad, es algo completamente lógico pues al fin y al cabo no fue más allá de la fase de maqueta. De todos modos, sólo ver el corte longitudinal de sus planos advirtiendo cómo la posición de la palanca de cambios delata a todas luces la base R4 es una verdadera delicia para cualquier amante de los prototipos.
Desgraciadamente, la Régie Nationale de aquellos años -volcada en el automovilismo popular sin licencia alguna para siquiera un capricho- era una empresa donde la aparición en serie de algo como un Renault 4 Coupé resultaba totalmente imposible. Es más, bastante tenía con pensar cómo contener el avance de las berlinas germanas; más aún si tenemos en cuenta cómo desde 1960 la casa francesa siquiera contaba con un modelo destinado al segmento D.
En fin, el sueño del joven Robert Broyer no pudo llegar a materializarse pero, pasados los años, nadie puede dudar sobre lo especial del mismo dentro de la amplia historia interpretada por el Renault 4.
Imágenes: Renault