Más allá de su papel como fabricante masivo, Renault siempre ha destacado por su amplio despliegue en competición. De hecho, el propio Marcel Renault -uno de los tres hermanos fundadores de la marca en 1899- falleció disputando la París-Madrid de 1903. Además, las referencias a la casa del rombo son constantes cuando repasamos competiciones como las 24 Horas de Le Mans. Prueba donde ganó en 1978 gracias al Alpine A442.
Primer modelo con turbocompresor en hacerlo, siendo así el precursor de una nueva mecánica llamada a revolucionar tanto el Mundial de Marcas como la F1 o el Mundial de Rallys. Así las cosas, la transición de los años setenta a los ochenta fue uno de los momentos más interesantes en la dilatada historia de Renault. Para empezar, aunque en Le Mans y los trazados de F1 no pudo ejercer la hegemonía, sus avances mecánicas fueron decisivos para la evolución de dichas carreras.
Además, la aparición del R5 Turbo situó a la casa francesa a la vanguardia de los rallyes. Cosechando victorias como el Montecarlo de 1981. Una de las páginas más recordadas en la historia de este icónico Grupo B. Tanto así que, de una manera u otra, acabó eclipsando lo obtenido por el R5 Grupo 2 tan sólo tres años antes. Pero vayamos por partes. De esta manera, lo mejor será situarnos en 1977 de cara a comprender la estrategia de Renault en los rallyes.
Para empezar, lo primero a tener en cuenta es cómo la marca se encontraba plenamente sumida en el desarrollo de sus turbocompresores. Asimismo, estos se orientaban a los diseños pensados para el Mundial de Marcas y la F1. Por ello, a finales de los años setenta Renault no estaba especialmente enfocada al Mundial de Rallyes a pesar de haber absorbido a Alpine en 1976. Llegados a este punto, los antiguos éxitos del A110 -ganó la edición inaugural del Mundial de Rallyes en 1973- quedaron sin continuidad mientras el A310 resultaba incapaz de mejorar a su predecesor.
No obstante, en 1977 Renault presentó una variante del R5 homologada para el Grupo 2 basada en el R5 Alpine de serie. Algo, en verdad, muy interesante. Y es que, no en vano, en lo más alto de los rallyes aún seguían dominando los modelos con propulsión trasera tan sólo contestados por honrosas excepciones como las ya por entonces anticuadas Fulvia. Con todo ello, el R5 del Grupo 2 ampliaba los 93CV de los concesionarios hasta los 140CV según la unidad.
Además, el peso quedaba en poco más de 800 kilos reforzando la estabilidad con nuevas barras y amortiguadores. En suma, con muy poca inversión Renault había logrado poner sobre las pistas una opción competitiva basada en un modelo delantero con tracción delantera. Sin duda una operación muy inteligente, refrendada por las victorias que habrían de llegar tan sólo unos meses después de su estreno.
RENAULT 5 MONTE-CARLO, LA PRIMERA EDICIÓN ESPECIAL
Debido a su trazado con tramos especialmente revirados, el Rallye de Monte-Carlo es uno de los lugares donde más sorpresas han dado los modelos más livianos. De esta manera, resulta imposible no recordar cómo los Mini Cooper se hicieron con la victoria en 1964, 1965 y 1967. Es más, incluso los escuetos Trabant lograron ganar en su clase en 1970.
Siguiendo esta línea basada en lo compacto frente a lo prestacional, el R5 Grupo 2 cosechó en 1978 tanto la segunda como la tercera plaza. Sólo superado por el 911 de Jean-Pierre Nicolas, rompiendo así la racha de tres victorias consecutivas logradas por Sandro Munari y sus Lancia Stratos. Con todo ello, sin duda el R5 había logrado un éxito sensacional que, rápidamente, se intentó rentabilizar en los concesionarios gracias a una edición especial.
De esta manera, en marzo de aquel mismo año se presentó el Renault 5 Monte-Carlo. Basado en la mecánica del TS francés -1289 centímetros cúbicos para rendir 64CV a 6.000 revoluciones por minuto- éste incorporó diversos detalles estéticos en todas y cada una de sus 2.400 unidades. Para empezar, se adoptaba el esquema cromático de los R5 del Grupo 2, usando el amarillo y el rojo bajo un techo pintado en negro. Además, el frontal recibía el paragolpes del Alpine -en España este modelo fue el Copa- del cual, por cierto, también se tomaba el volante.
Respecto a las ruedas, las llantas escogidas fueron las “Gordini” también montadas en el TS ofrecido en España. A fin de cuentas, un aspecto bastante llamativo que, además, recibía en el frontal un escudo conmemorativo del Montecarlo 1978. Otro de las características especiales del Renault 5 Monte-Carlo de 1978. La primera edición especial del popular compacto y, además, una excelente excusa para recordar una de las mejores páginas firmadas en la competición por este modelo tan popular.
Fotografías: Renault