Como tantos otros, el Renault Fuego Cabriolet del que os hablamos hoy pudo haber sido un auténtico pelotazo, pero acabó en un rincón de la historia del automóvil, hasta el punto de que muchos desconocen su existencia. Nuestro protagonista se asomó al mundo en el Salón de París de 1982 y lo hizo con la firme intención de seducir al público de los Estados Unidos. De ahí se explica la presencia de los paragolpes sobredimensionados mandatorios en el país yanqui en la época.
Recordemos que el Fuego nació sobre la base del Renault 18 con la intención de relevar no a uno, sino a dos automóviles: los R15 y R17. El hecho de tomar una plataforma conocida ayudó a ahorrar costes, aunque condicionó un tanto las virtudes deportivas del coche. Por ejemplo, igual que el R18, contaba con motor y tracción delanteros o eje trasero rígido, aunque el delantero se tomó del R20. Estuvo disponible con cuatro motores de gasolina, incluido un turbo de 132 CV, además de un turbodiésel.
El diseño fue obra del centro de estilo de la marca, dirigido entonces por Robert Opron, basándose en los bocetos del conocido Michel Jardin, y enamoró desde el principio. De hecho, se despacharon más de 265 mil ejemplares entre su puesta a la venta en 1980 y su cese en 1986. En Argentina, se comercializó entre 1982 y 1992. Sólo estuvo disponible con carrocería coupé de tres puertas y cuatro plazas, aunque, como veremos a continuación, se evaluaron más opciones.
EL RENAULT FUEGO CABRIOLET
Dos años después de su entrada en producción, el carrocero Heuliez propuso esta versión abierta del Fuego. El prototipo requirió un estudio muy serio, pues no se podía simplemente prescindir del techo, sino que había que reforzar convenientemente el chasis. Como base, se tomó la versión más potente, el turbo, con su mecánica 1.6 de 132 CV, aunque para cumplir la normas USA hubo de deshincharlo hasta los 107 CV. La cosa empezaba regular.
El Renault Fuego Turbo Cabriolet contaba con un exterior muy cuidado, en el que la moltura negra se había pintado en el mismo color blanco de la carrocería para darle un aspecto de más nivel. También las llantas de aleación pretendían mejorar las de serie, mientras que en el habitáculo el cuero campaba a sus anchas. Además, contaba con una capota de accionamiento eléctrico, como no podía ser de otra forma si se pretendía seducir al público norteamericano.
Como curiosidad, la conversión a especificaciones USA se hizo en la factoría de AMC en Kenosha, Wisconsin. Hay que recordar que en aquel entonces Renault y AMC habían firmado un acuerdo de colaboración. Allí se le instalaron tanto los paragolpes sobredimensionados, como las luces estancas o los intermitentes laterales.
PROYECTO CANCELADO
La buena recepción en el Salón de París no logró que Heuliez recibiera el visto bueno para producir el Renault Fuego Cabriolet por parte de la marca del rombo. Por lo tanto, nuestro protagonista quedó en ejemplar único, pasando a engrosar el almacén de la marca junto a modelos como los Citroën BX Dyana, ZX Cabrio y AX Van Evasion, el Peugeot 309 familiar o Renault Super Van Cinq.
Sólo años después, cuando Heuliez fue a la quiebra y se subastaron los 41 coches de su colección, volvimos a tener noticias de nuestro protagonista. El coche estaba operativo y se le había realizado un pequeño mantenimiento, aunque había perdido sus llantas originales, sustituidas por unas de seis radios de lo más vulgar. Con todo, se estimaba un precio de venta de entre 15 y 20.000 euros, aunque finalmente se quedó en unos pírricos 10.722 euros. No se dio a conocer el nombre del comprador.
Se cree que el coche permanece en una colección privada, aunque nada se sabe de su paradero. Así acaba la historia de una versión única que pudo haber triunfado, pero los costes de la transformación eran tan grandes, que acabaron frenando su paso a la producción. Por cierto, existen algunos R18 descapotables, pero ninguno hecho, como este, con la colaboración de la marca.
Imágenes de Heuliez y Artcurial.