Renault es una de las marcas más deportivas del panorama europeo. Dicho así, a muchos os puede sorprender la afirmación. Sin embargo, más allá de su carácter de fabricante generalista para el día a día Renault cuenta con no pocos momentos gloriosos en competición. En las pistas de F1 siempre será recordada por la introducción del turbo con el RS01, también escribiendo páginas de gloria en los rallyes gracias a los Alpine A110. Además, los avances técnicos de sus coches de competición siempre han revertido en una amplia gama deportiva con modelos tan queridos como el Supercinco GT Turbo o el Clío Williams.
Y por si esto fuera poco, los de Renault fueron pioneros en asentar las copas monomarca. Concretamente en 1966, cuando en Francia se inició un campeonato con el R8 Gordini que tendría su eco en España tres años más tarde. Una idea genial no sólo desde el punto de vista publicitario, sino también como cantera de pilotos que posteriormente acabarían triunfando en otras categorías. En el caso español tenemos ejemplos como Salvador Canellas o Carlos Sainz, mientras el mismísimo Fittipaldi comenzó a despuntar gracias a la Copa Renault en Brasil. Una estirpe de campeones que demuestra aún más lo mucho que Renault ha hecho por el automovilismo deportivo.
De hecho, una de las divisiones más interesantes en el organigrama de la empresa es Renault Sport. Dedicada a la coordinación de los intereses en la competición, ésta nunca había llevado un coche a serie hasta que en 1996 se presentó el Renault Sport Spider. Espartano y ligero, esta barchetta se concibió para una copa monomarca con ella como protagonista, siguiendo los pasos del prototipo Laguna Concept de 1990.
Sin embargo, lo seductor del modelo hizo que llegara a serie. No tanto por su potencial de ventas como por la imagen publicitaria que este modelo tan radical daría a la marca. Quizá por ello, sus poco más de 1800 unidades son coches de culto a los 25 años de su presentación.
RENAULT SPORT SPIDER. PARA CALLE Y CIRCUITO
Aunque finalmente fuera pensado para la producción en serie, lo cierto es que el Renault Sport Spider tiene una genética de circuito. Aligerado en todo lo posible, llega a carecer hasta de radio. Un espíritu que no sólo se queda en la estética, ya que el chasis de aluminio y los paneles de carrocería en plástico compuesto rebajan el peso hasta los 930 kilos. Todo ello con unas medidas contenidas: 3’8 metros de largo y 1’8 de ancho. Si a eso le unimos su batalla corta, la disposición transversal central trasera del motor y un centro de gravedad muy bajo… Lo que tenemos es un deportivo de lo más eficiente en curvas.
Equipado con un motor de cuatro cilindros y dos litros, sus 150CV son capaces de lanzar al Renault Sport Spider hasta los 215 kms/h. Haciendo el 0 a 100 en 6’9 segundos. Prestaciones más que interesantes para un coche tan ligero, el cual transmite la potencia al suelo gracias a una transmisión manual de 5 marchas directa al eje trasero. Respecto a la aerodinámica, su altura de menos 1’5 metros aún contando el arco de seguridad arroja una buena efectividad.
Algo que sólo se podría ver ligeramente menguado por el parabrisas, el cual por cierto era una opción, ya que de serie venía sin él. Eso sí, esta sensación a lo barchetta de los cincuenta requiere legalmente el uso de casco. Una radicalidad buscada por sus compradores, quienes podían disfrutar de un puesto de conducción casi a medida gracias a lo ajustable del asiento y los pedales. Un diseño ensamblado en la factoría de Alpine en Dieppe, uniendo al Renault Sport Spider con la marca que Renault está utilizando en este momento para revitalizar su lado más deportivo.
25 AÑOS DEL RENAULT SPORT SPIDER. NACIDO CLÁSICO
25 años es una cifra bastante ajustada como para considerar a un coche verdaderamente clásico. Sin embargo, lo cierto es que no pocos modelos nacen con la virtud de saberse futuros clásicos con total seguridad. Para ello, hay que cumplir diversos criterios. Uno de ellos es el ser un gran modelo de una gran marca, algo así como lo que puede ocurrir con cualquiera que sea el ultimo Ferrari o la última versión del 911. Sin embargo, otros modelos mucho más modestos también cuentan con esa condición de futuro clásico nada más nacer. Evidentemente el Renault Sport Spider fue uno de ellos. Y es que, aunque hoy en día la barchetta se ha vuelto a poner de moda, lo cierto es que en los 90 eran muy pocas las marcas que se atrevían con carrocerías tan radicales.
Más allá de los ligeros deportivos Lotus, pocos fueron los proyectos en el seno de marcas conocidas que pusieran a un alcance más o menos asumible para el aficionado coches así de espartanos. De hecho, incluso en Alfa Romeo hubo un prototipo de barchetta basada en el Spider que finalmente quedó como pieza de museo en Arese. Quizás por todo ello el Renault Sport Spider es un coche tan especial y admirado entre los amantes de la conducción a la vieja usanza. Precisamente por esta condición de “rara avis”, la cual es aún más notoria entre las versiones de competición, las cuales aumentaron la potencia hasta los 180CV rebajando el peso hasta los 930 kilos. Otro hito en la saga deportiva marcada por Renault.
Fotografías: Renault