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Retrasando al Model A, Ford X-8 y la innovación según Henry Ford

Durante años Henry Ford retrasó el dar luz verde al sustituto del Model T para desesperación del resto de la empresa. No obstante, estaba embarcado en proyectos tan curiosos como el del motor X-8.

A pesar de haber revolucionado a la industria del automóvil gracias a su Model T, Henry Ford ganó fama acerca de su supuesto inmovilismo mecánico. No en vano, durante casi una década mostró una seria oposición ante la idea de poder sustituir al Model T de 1908. Es más, durante sus diecinueve años en el mercado éste apenas recibió ninguna novedad mecánica a destacar. De hecho, ya en la década de los veinte desde los Chevrolet hasta los Willys-Overland superaban ampliamente las prestaciones y diseño ofertadas por el icónico pero ya anticuado modelo.

Así las cosas, incluso algunos distribuidores de Ford se vieron forzados a abandonar la concesión comercial de la marca. Algo que hacían tan comprobar con preocupación cómo ésta se enrocaba cada vez más en la soberbia de haber sido la primera empresa global para el sector automovilístico. No obstante, afortunadamente el Model A llegó en 1927 listo para introducir a Ford en los nuevos tiempos. Todo ello tras, muy pocos meses antes, haber sobrepasado los quince millones de Model T fabricados.

Ahora, ¿realmente Henry Ford era tan reacio a los cambios? Bueno, en primer lugar es lógico pensar que sí pues, al fin y al cabo, fue él mismo quien más atrasó el desarrollo del Model A. De hecho, durante años estuvo desoyendo las quejas de la directiva -así como de su propio hijo Edsel- en este sentido. Además, dado el enorme éxito experimentado por el Model T resulta lógico pensar en cómo Henry Ford tenía motivos para relajarse en términos de innovación.

Ford 999. Fotografía: Henry Ford Museum.

Sin embargo, esto no termina de encajar bien con el resto de su biografía. No en vano, sus inicios están marcados por proyectos tan heterodoxos como el del Ford 999. Un modelo de carreras con chasis de largueros y 18 litros de cilindrada capaz de entregar hasta 100CV según los ajustes. Además, rizando el rizo este modelo batió el récord mundial de velocidad sobre hielo en 1904 con el propio Henry Ford a los mandos.

Asimismo, la división aeronáutica de su empresa albergó proyectos tan exóticos como el del Flivver. Un minúsculo avión para un único pasajero que, aún sonando futurista, preveía ser para los cielos lo que el Model T había sido para las carreteras. Es más, su intención comercial era la de facilitar el transporte aéreo personal y diario a la mayor cantidad posible de compradores. En fin, ¡imaginen que esto hubiera salido adelante!

FORD X-8, UN PROYECTO CASI DESCONOCIDO

La resistencia de Henry Ford a autorizar el diseño de un sustituto para el Model T se inicia hacia 1920. Año en el que, precisamente, comienza el desarrollo bajo secreto del llamado X-8. Uno de los experimentos mecánicos más interesantes en la historia de Ford, del cual sólo se fabricaron unas dos docenas. Es más, según indican los propios archivos de la marca la mayor parte del trabajo se hizo en estático. De hecho, sólo hay registro de haber incorporado dicho motor en un chasis adaptado del Model T.

Respecto a su diseño, éste se basa en la unión de dos bloques con cuatro cilindros alrededor de un mismo cigüeñal. Todo ello con una cilindrada total de 1.770 centímetros cúbicos y un caballaje desconocido pues, al fin y al cabo, este proyecto jamás llegó a estar realmente ultimado. Además, el conjunto cuenta con dos árboles de levas ubicados en los laterales así como refrigeración por aire o líquida según la unidad.

Y es que el desarrollo del X-8 se alargó desde 1920 hasta 1926. Es más, la patente final del mismo se registró en 1927. Curiosamente, el mismo año en el que al fin aparecía el moderno y efectivo Model A con un lanzamiento comercial muy bien estudiado. Ahora, ¿por qué el X-8 jamás llegó a serie? Bueno, para empezar está la complejidad de su diseño. Evidentemente mucho más exótico y problemático que los motores con cuatro cilindros en línea a los que ya estaban habituados los talleres.

Además, la principal razón debemos buscarla en la refrigeración y la lubricación. Dos aspectos que jamás llegaron a solucionarse, dando constantes quebraderos de cabeza al ingeniero encargado del proyecto, el húngaro Eugene Farkas. No obstante, el afán de Henry Ford por presentar una mecánica revolucionaria- finalmente el mercado evolucionaría hacia los V6- encontró en el X-8 una campo de trabajo interesante.

Tanto que, junto a sus intereses en la aeronáutica o los ferrocarriles, demoraron su autorización a un modelo como el Model A. Moderno pero, al fin y al cabo, continuador de la senda ya marcada por su predecesor. Es decir, aquella imagen de Henry Ford basada en un hombre apegado de forma férrea a su diseño más exitoso debería ser revisada. Al fin y al cabo, quizás la realidad sucediera de forma contraria aunque, sobre todas las cosas, en el mundo del automóvil siempre acaba mandando la necesaria rentabilidad del negocio.

Imágenes: Oficina de Patentes de los Estados Unidos / Henry Ford Museum

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Escrito por Miguel Sánchez

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