Aunque el rigor histórico no esté del todo comprobado, se atribuye tradicionalmente a Enrique IV la célebre frase «Paris vaut bien une messe», expresión que se ha convertido en sinónimo de compromiso para adquirir una cosa principal, cediendo otra accesoria.
Al empezar el año de actividades en torno al automovilismo clásico, todos los aficionados que todavía no lo han hecho se interrogan sobre la oportunidad de organizar finalmente un viaje a París y de comprobar si el renombre internacional de «Rétromobile» está justificado. No intentaré en esta crónica convencer o no a los indecisos para que tomen partido, puesto que no es el papel que debería atribuirse a un observador imparcial. Me limitaré a ser testigo de lo que cada año deparan los organizadores del salón de la capital parisina a los miles de visitantes llegados, no sólo de los países europeos, sino de lugares tan distantes como los Estados Unidos o el Japón.
París cuenta con una gran tradición en la organización de salones del automóvil, siendo el salón de otoño, conocido actualmente como Mondial de l’Automobile, uno de los salones de novedades más importantes del mundo, junto con los de Frankfurt y Ginebra, por no salir de Europa. Un Pegaso Z-102 presentado en el Salón de París de 1955 volvió a exhibirse en Rétromobile en 2010 y numerosos coches de prestigio han vuelto a París medio siglo después de su primera aparición.
Fue en el espíritu de recuperar el ambiente del salón de París en sus años de postguerra, cuando surgió Rétromobile, consagrado no a las novedades, sino a los coches históricos y de colección. Rétromobile reconstruye presentaciones que tuvieron lugar como novedades en las ediciones de antaño del Salón de París, como los aniversarios de marcas y modelos, generalmente franceses. Por sólo citar un caso, en 2012 se celebró el 40 aniversario del popular Renault 5, pero los ejemplos podrían multiplicarse.
Al llegar enero (y prudencialmente algunos meses antes), es conveniente hacer los preparativos, estudiar los itinerarios, reservas de billetes de avión y habitaciones de hotel y hacer un pequeño calendario de actividades. El recorrido en TGV, aunque en ocasiones resulte más caro que en avión, es aconsejable por la ventaja de llegar al centro de la ciudad, lo cual permite continuar inmediatamente en metro hasta la Porte de Versailles, en cuyo palacio de exposiciones tiene lugar Rétromobile.
En esta ocasión, las estaciones de tren estaban fuertemente vigiladas por patrullas del ejército en, previsión de amenazas como respuesta a la intervención militar de Francia en Malí; luego, a pesar de los acuerdos de Schengen, era recomendable que todos los viajeros, incluso los procedentes de países de la UE, llevaran el pasaporte a mano (olvido que en ocasiones me ha causado molestias y retrasos sin afortunadamente llegar a más).
Conviene recordar que la duración de Rétromobile, que desde su creación se extendía sobre dos semanas, por imperativos de la crisis, precios de alquiler de los pabellones en el palacio de exposiciones, elevados gastos de estancia de los expositores en París, disminución de las cifras de beneficios, etc., se redujo recientemente a 5 días. Fórmula que revitalizó el salón con nuevas ideas al también producirse un cambio de gestión.
En la presente edición, celebrada del 6 al 10 de febrero de 2013, los principales alicientes anunciados por el organizador eran numerosos y atractivos: homenaje al Citroën DS, 30 aniversario del Peugeot 205, la aventura de los coches a hélice, centenario de la travesía aérea del Mediterráneo de Roland Garros, que también era un entusiasta del automovilismo habiéndole dedicado Ettore Bugatti uno de sus coches de 5 litros de cilindrada; exhibición de la primera locomotora a vapor francesa, los 80 años del Bugatti tipo 59, los Mercedes-Benz de competición anteriores a 1914 o BMW, del 328 al M1.
Finalmente, ante la avalancha de celebraciones con motivo del 50 aniversario del Porsche 911, una exposición especial de coches de Stuttgart tampoco podía faltar a la cita. Y tampoco hay que olvidar la subasta organizada por Artcurial en el propio recinto del salón, aunque para acceder a ella fuese preciso el pago de un canon igual al importe de la compra del catálogo de la subasta.
Rétromobile no es el salón de clásicos más grande de Europa, en realidad, comparado con los alemanes de «Techno Classica Essen» o de «Retro Classics Stuttgart» es muy pequeño en extensión y en contenido. Tampoco es el que cuenta con los mejores stands de marcas como Mercedes-Benz, Porsche o BMW, que se vuelcan por razones de índole comercial en los antes citados, donde las cifras de negocio son más importantes. Entonces ¿qué hace especial una visita a Rétromobile?
Francamente, la respuesta está en la opinión de los visitantes asiduos u ocasionales del salón. Los pareceres son muchos y diversos, pero no conozco a nadie que haya quedado defraudado con su viaje a París. Como observador directo de la evolución de este salón durante más de las veinte ediciones a las que he asistido, diría que hay cosechas mejores y peores, como cuando se trata de los buenos vinos, pero que siempre se mantiene una calidad y, sobre todo, un estilo y una atmósfera particulares. Los stands están bien presentados, el personal es amable y, a pesar de la enorme cantidad de visitantes, está dispuesto a facilitar las informaciones solicitadas.
En cuanto a la presente edición se refiere, ninguno de los atractivos arriba mencionados ha quedado por debajo de las expectativas. El marchante suizo Lukas Hüni (utilizo deliberadamente la palabra marchante y no simplemente la de comerciante porque, en ocasiones, algunos de sus vehículos seleccionados tendrían una connotación de obra de arte), además de su puesto habitual con piezas que se sitúan en lo alto de la escala internacional, descubría su admiración personal por el Citroën DS y había preparado una sorpresa extraordinaria reconstruyendo el aspecto de la presentación del modelo en el salón de París de 1955, con tres ejemplares que revivían el ambiente de la época. Los tres DS 19 de 1959, con sus colores vivos, daban una luminosidad especial al marco tapizado de negro en que se presentaban. Por otro lado, en su contiguo stand habitual, se podían admirar desde Alfa Romeo 8C 2300 Monza de 1931 hasta Bugatti del mismo período de antes de la guerra.
En el aluvión de exposiciones que se esperan celebrando el 50 aniversario del Porsche 911, Rétromobile no podía olvidar el acontecimiento y, con la ayuda del Porsche Museum exponía, entre otros, el precursor del 911, un tipo 754-T7 de 1959. Idéntico en su parte delantera a los 911 que habrían de seguir, su parte trasera es muy diferente, su techo más elevado y hay más espacio para las dos plazas traseras.
La fábrica Renault siempre está representada de manera oficial. En esta ocasión destacaban quince coches extraordinarios, como un MH6 restaurado con tres ejes de ruedas gemelas, algunos Twingo, recordando su 20 aniversario, y Alpines muy especiales, como el A220 con una parte trasera completamente rediseñada y adaptada a la competición en circuito.
Entre los restauradores de prestigio, destacaba Auto Classique Touraine, con un Delahaye 135-M de 1937 carrozado por Figoni et Falaschi, digno de cualquier trofeo de Pebble Beach.
La casa de subastas Artcurial organizaba un evento dentro del evento, por así decirlo, ya que el recorrido entre los vehículos a subastar constituía en sí mismo una visita aparte, que podía consumir gran parte de la jornada. Por sólo mencionar los coches más interesantes, habría que destacar el exclusivo Fiat 8V coupé Vignale de 1953, con un techo bajo que le da una línea más horizontal y aerodinámica que a otros vehículos de principios de los años cincuenta, para el que se preveía un precio estimado de entre 750.000 y 850.000 euros. Pero del que se tenían mayores expectativas era del Talbot T150 C de 1936, con una estimación de entre 1.200.000 y 1.600.000 euros. Un Ferrari Dino de 1973 esperaba venderse por una cifra cercana a los 250.000 euros.
Confirmando la apreciación del hermano pequeño de Ferrari, el importador francés Charles Pozzi exponía un Dino 206 valorado en 310.000 euros, cierto que hay que destacar que se trataba de una de las unidades con carrocería de aluminio.
Uno de los stands más espectaculares, sin duda alguna, no sólo por su presentación, sino también por su valor histórico, era el expuesto por la fábrica Mercedez-Benz en colaboración con el museo Louwman de los Países Bajos, que incluía dos ejemplares auténticamente significativos para la historia de la marca. Se trataba de un coche de carreras Benz, conocido como Blitzen Benz, de 1909, con un motor de 4 cilindros y 21.504 cm3 (no se trata de una errata), que fue el primer coche de la historia en superar la velocidad de 200 km (202,7 km/h para ser exactos en 1909). Pero posteriormente, en 1911, el mismo coche alzanzó los 221,8 km/h en la playa de Daytona. Para hacerle compañía, a su lado se encontraba un Benz G-P de 1908 concebido para el Gran Premio de Francia. El coche, igualmente de 4 cilindros, tiene una cilindrada de tan «sólo» 12.060 cm3.
Entre otras muchas rarezas destacaremos un Ferry 750 sport de 1955; el único Bentley «Embiricos» especial de 1938, con el que su propietario HSF Hay participó tres veces en las 24 horas de Le Mans como equipo totalmente particular, clasificándose en sexto lugar en 1949 cuando el coche tenía 60.000 km de uso en carretera (¡!); y un emotivo homenaje a Germain Lambert, constructor de automóviles deportivos poco conocido, pero no por ello menos interesante.
Tratándose de París, no podía faltar una bien nutrida galería de arte, que es un auténtico barrio de artistas dentro del recinto de Rétromobile, permitiendo a los visitantes conversar con los propios pintores o escultores acerca de sus obras y tener informaciones de primera mano. No sería posible mencionarlos a todos, pero como muestra basten los ejemplos de B. Freudental, que exponía un cuadro de gran formato (300 x 180 cm) dedicado a Bonnie and Clyde y al Ford V8 de la famosa pareja, ofrecido a la venta por 12.000 euros; y de Franck Ecalard, con su obra sobre Ferrari 166MM (100 x 150 cm) a la venta por 4.000 euros.
La presencia española en Rétromobile todavía es muy tímida, por no decir inexistente. Por ese motivo merece ser destacada la del circuito de Alcañiz, para promocionar el encuentro internacional de Citroën 2CV que tendrá lugar en la localidad aragonesa a finales del mes de julio de este año. La encargada del stand era optimista y me confió que esperan la participación de miles de aficionados de toda Europa. Que así sea.
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