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Riley Elf y Wolseley Hornet, los Minis de tres volúmenes

El pequeño y popular Mini británico contó en la década de los sesenta con unas curiosas versiones de tres volúmenes del revolucionario compacto, pero que nunca tuvo el éxito comercial del coche con el que compartía ADN.

La historia del Mini presentado en 1959 y diseñado por Alec Issigonis es más que conocida. El diseñador griego logró crear un coche de menos de tres metros que podía llevar a cuatro adultos cómodamente, gracias al uso de la tracción delantera y ser pionero situando el motor de manera trasversal. 

El coche inicialmente se comercializó bajo las marcas Morris y Austin, ambas del grupo automovilístico BMC (British Motor Corporation), un gigante británico en el sector que contaba también con firmas más lujosas como Riley y Wolseley. 

MÁS MALETERO PARA UN MINI LUJOSO 

Sería en 1961 cuando ambas marcas presentan versiones de tres volúmenes del pequeño cochecito. El Riley recibió el nombre de Elf, mientras que Wolseley recuperó la nomenclatura de Hornet, que la marca ya había empleado en la década de los años 30. 

Una de las señas de identidad de ambos fabricantes y también una ostentosa muestra de lujo en Reino Unido era el uso de una calandra vertical, un elemento que ambos coches emplearon, para el que necesitaron un capó distinto.

En un inicio los coches montaron un motor de cuatro cilindros alimentado por un único carburador y 848 centímetros cúbicos y 34 CV de potencia. Para la segunda generación, lanzada en 1963, pasaron a usar el mismo motor de 998 centímetros cúbicos empleados en los Mini Cooper, pero equipados con un solo carburador, por lo que desarrollaban 38 CV. 

Los coches eran prácticamente idénticos al Mini, conservando la misma distancia entre ejes y empleando características como la suspensión Hydrolastic. La principal diferencia, aparte del tercer volumen, era un interior más lujoso y mejor equipamiento, como la posibilidad de equipar una caja de cambios automática en 1965 y de nuevo a partir de 1967 con la llegada de la tercera generación de ambos modelos. 

Pese a que el coche se convertía en un sedán de dos puertas el tamaño seguía siendo minúsculo, con una longitud de 3,27 metros, para tomarlo como referencia el SEAT 600 era dos centímetros más largo que los Riley y los Wolseley. Con este incremento en dimensiones se conseguía un maletero generoso para un coche de su categoría, un apartado por el que el Mini siempre fue criticado. 

El Riley Elf era más caro y lujoso que el Wolseley Hornet, diferenciándose principalmente por un interior que cuenta con más elementos acabados en cuero y madera. Sorprendentemente, el Riley fue más vendido, con 30.912 unidades fabricadas, y del Wolseley se hicieron 28.455 coches, con la producción de ambos cesando a finales de 1969, cuando la creación de British Leyland hizo que las marcas Riley y Wolseley fueran descontinuadas.

UNA VARIANTE DESCAPOTABLE MUY DESEADA 

En 1966 el gigante alimentario Heinz presentó un concurso en Reino Unido en el que se sortearían 57 unidades del Wolseley Hornet convertidas en descapotable por los carroceros de Crayford.

Los exclusivos descapotables de Heinz contaban con un mantel para picnics, una manta de lana y una tetera eléctrica. Dado lo especiales que fueron estos coches en su momento, muchas de las unidades sorteadas han sobrevivido en la actualidad. 

Fotografías: BMC, Javier Ramiro

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Escrito por Javillac

Esto de los coches le viene a uno desde niño. Cuando otros críos preferían la bicicleta o el balón yo me quedaba con los cochecitos de juguete.
Recuerdo aún como si fuese ayer un día en el que nos adelantó un 1500 negro por la A2, o la primera vez que vi un Citroën DS aparcado en la calle, los paragolpes cromados siempre me han gustado.

En general me gustan las cosas anteriores a la época en la que yo nací (hay quien dice que estoy reencarnado), y en el top de esa lista están los coches, que junto a la música, hacen la combinación ideal para un rato perfecto: conducción y una banda sonora acorde al coche correspondiente.

En cuanto automóviles me gustan los clásicos de cualquier nacionalidad y época, pero como mi debilidad están los coches americanos de los 50, con sus exageradas formas y dimensiones, razón por la que mucha gente me conoce como "Javillac".

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