En 1956 el Campeonato de España de Rallyes echó andar bajo el nombre de Campeonato de Pilotos. Una edición inaugural en la cual Javier Sanglas se alzó con la victoria gracias a su Alfa Romeo Giulietta, dando así pie a una difusión cada vez mayor del automovilismo deportivo en España.
Sin embargo, este proceso contrastaba frontalmente con la escasa presencia de modelos nacionales entre los primeros puestos de la parrilla. Es más, en sus primeras diecinueve ediciones tan sólo fue posible una única victoria a cargo de alguna unidad local: la firmada por el SEAT 1400B pilotado por el doble golpista -1936 y 1981- Jaime Milans del Bosch durante la temporada de 1958.
Quitando ésta, los pilotos privados del momento copaban los primeros puestos con sus modelos de importación dando así una visibilidad nula a los fabricantes nacionales. Un hecho agravado por el inexistente interés de estos últimos a la hora de competir; no siendo hasta finales de los años sesenta cuando, con un parque móvil mucho más amplio y diversificado, referencias españolas como la FASA de Valladolid o la SIMCA de Villaverde empezaron a organizar diversas copas monomarca.
Un primer paso hacia la formación de equipos oficiales con sede en España, los cuales encontraron en el campeonato local de rallyes su perfecto campo de juegos gracias a la categoría Fabricación Nacional.
Creada por la Federación Española a fin de incentivar la entrada de las fábricas en la competición, ésta propició un cambio radical en el sistema de puntuaciones dando así una ventaja evidente a los modelos nacionales frente a, por ejemplo, los poderosos Porsche 911 de ciertos aficionados con posibles financieros. A la postre, responsables de copar las primeras posiciones en casi todas las citas deportivas del momento.
Así las cosas, en 1971 aquello recogió sus primeros frutos con la entrada oficial de FASA en el Campeonato de España de Rallyes llevando a Lucas Sainz hasta la victoria. Un éxito que obviamente despertó reacciones en SEAT; la cual, aunque aún debía dominar la producción nacional hasta 1980, ya veía cómo la socia de Renault ponía en cuestión su liderazgo comercial en un mercado donde, además, crecía el interés por los diseños deportivos.
FINALES DE 1971, PRIMEROS PASOS HACIA SEAT COMPETICIÓN
Examinando en perspectiva los primeros años de SEAT Competición vemos cómo en este equipo dominaba una especia de bicefalia. Hecho éste forjado durante los meses previos a su fundación, debiéndose entender para ello la existencia de al menos tres factores. En primer lugar hemos de tener claro cómo la dirección de la fábrica apoyó, pero en ningún caso creó, la aparición de un programa oficial de carreras.
Es decir, aunque dentro de SEAT había cargos importantes muy interesados en la competición, la aparición de su equipo de marca no fue producto de una decisión central. Algo por otra parte muy común puesto que, aunque una gran empresa siempre tiende a ser una organización férrea sin lugar para espacios autónomos, estos sí pueden desarrollarse según el grado de tolerancia mostrado por la directiva.
Dicho esto, a finales de 1971 las instalaciones de la Zona Franca cobijaron la creación del Departamento de Coches Especiales. Dirigido por el ingeniero Francisco Coll, éste fue el segundo aunque no definitivo factor a tener en cuenta para la inminente aparición de SEAT Competición. Y es que faltaba una voz cantante, un intermediario capaz de realizar la gestión del equipo y, sobre todo, arrancar de la dirección la financiación necesaria.
Justo el papel que iba a jugar desde Madrid José Juan Pérez de Vargas, quien a efectos dirigiera el Departamento de Competiciones Deportivas tras convencer a los ejecutivos sobre las bondades de la bandera a cuadros a la hora de espolear las ventas.
Todo un logro de persuasión frente a la empresa pues, durante aquel otoño de 1971, SEAT estaba viviendo uno de los momentos más intensos de su historia debido a una huelga masiva reprimida por la policía franquista. De hecho, ésta llegó a cargar con fuego real dentro de la propia fábrica de Zona Franca matando al soldador Antonio Ruiz Villalba.
RALLYE COSTA BRAVA, LLEGA SALVADOR CAÑELLAS
Aun con un pie en Barcelona y otro en Madrid el cimiento para la aparición de SEAT Competición ya avanzaba con paso firme. Es más, mientras José Juan Pérez de Vargas supervisaba la preparación de un 1430 perforado hasta los 1.550 cc, Francisco Coll trabajaba sobre un 124 con doble árbol de levas y cilindrada de 1.6 litros; en sus propias palabras “elevando a categoría profesional lo que hasta entonces era estrictamente amateur”.
No obstante, a comienzos de 1972 quedaba por resolver quién iba a pilotar aquellos coches. Momento en el que apareció de manera proverbial la figura de Salvador Cañellas quien, tras haberse consolidado como un profesional extremadamente versátil, llevó un 1430 Grupo 1 cedido por la propia SEAT al Rallye Costa Brava puntuable para el campeonato europeo. Lugar donde fue bastante solvente frente a unidades BMW, Porsche e incluso el equipo oficial de Fiat.
Asimismo siguió participando en más pruebas donde protagonizó emocionantes duelos con Jorge Babler para, a las pocas semanas, formar dupla junto a él como pilotos oficiales del al fin creado SEAT Competición. Y es que, al fin, el 6 de mayo el equipo hacía su puesta de largo tomando la salida en el Criterium Luis de Baviera con los 124 preparados en Zona Franca acabando en cuarto lugar con el Alpinche de Reverter como ganador.
En fin, aun quedaba mucho por mejorar pero, sin lugar a dudas, ya se habían dado los primeros pasos para asentar a la que sería la escuadra dominante en los rallyes españoles durante toda la década de los años setenta. Una historia trepidante sobre la cual les iremos hablando en próximas entregas.