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Seat Sport 1430 Export: Paternidad Ocultada

TEXTO Y FOTOS: NACHO SÁENZ DE CAMARA

Tras el cese de fabricación para Seat de las carrocerías de los Seat 850 Cuatro Puertas, la cooperativa Inducar tuvo que hacer uso de la inventiva para asegurar su futuro. Así, en sus talleres de Terrassa nació el proyecto de la carrocería de un Seat 127 Sport, dirigido por el ingeniero Antoni Amat. Era el principio del que es hoy un gran Seat clásico deportivo.

UN SEAT 127 PRESTACIONAL

Una vez aceptada por Seat la creación de dicho proyecto por parte de Inducar, en la visita de Antoni Amat al Salón de Turín de 1970 había en el stand de Pinturas Glasurit un estudio que le impresionó. Se trataba del Nergal, obra de Aldo Sessano.

Aquel coupé tan sorprendente estaba elaborado a partir de la plataforma de un NSU Prinz. Y el señor Amat se dedicó de inmediato a contactar con Aldo Sessano, con quien llegó a un acuerdo para que se encargase del diseño del Seat 1200 Sport, uno de lo Seat clásicos más valorados hoy día.

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La personalidad del Seat Sport viene destacada por los paragolpes de poliuretano y la curvatura delantera del capó

A partir del convenio entre Inducar y Aldo Sessano, entre los talleres de Terrassa y el estudio del diseñador turinés hubo una intercomunicación constante en la creación del modelo. Mientras Antonio Amat y su equipo de profesionales se ocupaban del apartado técnico del Seat 1200 Sport, en el país trasalpino perfilaban el estilo novedoso de la carrocería y el habitáculo.

También fue preciso recurrir a Ddauto, una compañía madrileña especialista en preparaciones. En dicha firma trabajaba el piloto e ingeniero Eduardo Villacieros, y dirigió el proyecto para transformar a posición transversal el motor del Seat 124. El gran Seat deportivo de los años 70 iba tomando forma.

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Para instalar el motor del Seat 124 en posición transversal, fue necesario que la empresa Ddauto proyectase la transformación

PRESENTACIÓN DEL NUEVO SEAT DEPORTIVO

Después de completar en 1972 la primera maqueta de yeso a escala 1:1, en 1973 quedó ya definido el proyecto de Seat deportivo. Tocó entonces realizar las pruebas aerodinámicas en el túnel del viento del INTA, donde obtuvo un fino coeficiente Cx de 0,37. A continuación, grupos distintos de Inducar se dedicaron a elaborar los proyectos de chapistería y de los componentes auxiliares. Y también a definir los materiales del habitáculo, los métodos de trabajo y el modo de realizar la producción.

Ya en 1975, Inducar se acondicionó para fabricar las carrocerías, que eran enviadas en camión a la factoría Seat de la Zona Franca. Allí se procedía a pintarlas y a montar el motor y los demás elementos, hasta convertirse en un automóvil destinado a convertirse en un Seat Clásico, con mayúsculas.

En diciembre de 1975, la presentación a la prensa tuvo lugar en Málaga e incluía en el recorrido la capital granadina y Sierra Nevada, este último especialmente acertado para un Seat deportivo. Lo llamativo es que Seat se atribuía la paternidad del 1200 Sport, sin mencionar ni a Inducar ni a Antoni Amat.

Las primeras unidades de Bocanegra, el apodo que recibió por su característico frontal, se empezaron a matricular en febrero de 1976. El coche estaba dotado del motor de 1.197 cc empleado en los Seat 124, que en esta versión incrementaba la potencia hasta 67 CV por incorporar un electroventilador termostático.

DEFECTILLOS DE JUVENTUD

En las primeras pruebas publicadas por la prensa especializada se mencionaban los fallos del carburador Bressel 32, de doble cuerpo y apertura simultánea, que titubeaba a regímenes bajos. Este Seat deportivo antiguo no fue perfecto en este sentido. Se criticaba también su precio elevado en relación al equipamiento un tanto escaso. Asimismo, la escasa autonomía que permitía el depósito de gasolina de 30 litros y la colocación inadecuada de la rueda de repuesto, ubicada en el maletero.

En cambio, había puntos dignos de alabanza en este Seat clásico, comenzando por el estilo y la solidez de la carrocería, así como la habitabilidad idónea para que cuatro personas viajasen con espacio holgado. Y había más apartados dignos de elogio. Uno de ellos era el comportamiento en carretera, pues la rapidez y precisión de la dirección iba unida a una excelente estabilidad en curva y una nobleza de reacciones que hacía posible una conducción rápida.

Del mismo modo, la aerodinámica jugaba a su favor del Seat clásico deportivo, ya que a nivel de mar alcanzaba 160 km/h de velocidad máxima. Por si fuese poco, su peso de 792 kg en vacío permitía acelerar al kilómetro en 35,2 segundos, un crono brillante para sus 67 CV.

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Cx: 0,37. El perfil aerodinámico de la carrocería fue afinado y medido en el túnel del viento del INTA

LLEGA UN INTRUSO, OTRO SEAT CLÁSICO

Sorprendentemente, en diciembre de 1976 Seat presentó a la prensa el Seat 128 3P en Tenerife. Una estrategia extraña, pues era un competidor directo del Seat 1200 Sport. Sin embargo, la llegada del Seat 128 -otro Seat clásico por excelencia- obedecía a una decisión de Fiat. A modo de intercambio por la exitosa exportación a Italia de los Seat 127 de cuatro puertas, ofrecía en contrapartida los coupés 128 3P.

A la venta en versiones 1200 y 1430, la presencia de estos dos modelos supuso también la posibilidad de tener componentes interesante a disposición de Seat. Entre ellos, el motor 1430 transversal y la caja de cambios utilizada por los Fiat 128.

De rebote, Inducar se vio afectada por la noticia. Aunque en el fondo tenía algo positivo, como eran la posibilidad de utilizar en los Seat Sport el motor de 1.437 cc y una caja de cambios concebida para mayor potencia que la procedente del Seat 127. El Seat deportivo que nos ocupa se volvía todavía más deportivo.

EL SEAT SPORT 1430

Obviamente, la competencia del Seat 128 redujo las posibles ventas del Seat 1200 Sport. Y en el caso de Inducar, la producción de las carrocerías, que era su fuente de ingresos. Por otro lado, Seat aprovechó elementos procedentes de Fiat 128 y en 1977 introdujo cambios en los Seat Sport. Además de presentar en septiembre la versión Sport 1430, la gama se benefició con el carburador Weber 32 DMTR, que no daba tirones.

También resultó positiva la adopción del embrague, los palieres y la caja de cambios del Fiat 128 en este Seat deportivo de los años 70. En comparación con la del Seat 127, eran más adecuados a la potencia de los Seat Sport. Asimismo, se incorporaron tres pequeñas mejoras en el puesto de conducción. El lavaparabrisas se accionaba mediante una bomba eléctrica, había interruptor del warning y el ventilador de la calefacción pasaba a incorporar un mando de dos velocidades.

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Tanto los asientos con reposacabezas integrado como el salpicadero respondían a bocetos creados por Aldo Sessano

ESTE EJEMPLAR

Esta unidad de uno de los Seat clásicos por excelencia, fabricada en 1978, estaba destinada a exportarse a Alemania. El color de su pintura de origen es el azul oscuro F-456, un tono solamente disponible en los ejemplares que salían hacia Alemania, Bélgica, Dinamarca, Holanda, Grecia y Suiza.

En cambio, al final fue comprada con una considerable demora por un empleado de Seat, quien lo matriculó en mayo de 1980. Su propietario en el momento actual es el asturiano Luis Ángel González López, gran entusiasta de los Seat 1200/1430 Sport. Tal es su fervor por estos coupés españoles que Luis Ángel escribió y publicó el libro Los Seat 1200/1430 Sport y 128, de la colección “Nuestros Coches”, de la editorial Dossat 2000.

El kilometraje de este Seat deportivo antiguo en el momento del reportaje fotográfico era de algo más de 52.500 km. Se trata de un auto conservado, que sólo ha necesitado un repaso de pintura y una limpieza profunda.

UN VISTAZO AL INTERIOR

Al abrir la puerta del conductor, hay un detalle que cambia con respecto a las unidades vendidas en España. Se trata del mando de apertura, girado 180 grados y que abre en sentido contrario. Al accionarlo es entonces cuando quedan a la vista los asientos con reposacabezas integrado y los pedales colgados del embrague y el freno. Y llama la atención el salpicadero obra de Aldo Sessano, cuyas formas y tonos grises resultan atractivos y acrecientan la personalidad propia de este Seat clásico.

Las cinco esferas que componen la instrumentación incluyen un velocímetro graduado hasta 180 km/h, un cuentavueltas con zona roja desde las 6.200 rpm. Y más hacia el centro hay un reloj, un termómetro de líquido refrigerante y un manómetro de aceite. También descubrimos un testigo sin parangón en la gama española. Indica que el freno de mano está activado y va entre la columna de dirección y el interruptor de luces de emergencia.

SUBIMOS EL CAPÓ

Como paso previo a rodar con este Seat deportivo de los años 70, levantamos el capó mediante el accionamiento del mando situado abajo, en el lado izquierdo. Ya colocada la barra que lo sujeta, contemplamos un vano motor bastante atiborrado. Delante de las dos columnas McPherson se divisan el motor, inclinado 17 grados hacia delante, y una sólida bieleta que se encarga de reducir las reacciones de par.

Vemos también el servofreno, que no existía en los Seat 1200 Sport, y la bolsa lavaparabrisas, acompañada de la bomba eléctrica que hace fluir líquido con más presión e intensidad.

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Las versiones Seat 1430 Sport añadían de serie un servofreno

ARRANCAMOS

De nuevo en el puesto de conducción de nuestro Seat clásico y hechos los ajustes, se nota que la banqueta es algo corta, como si estuviese pensada para personas de 1,55 metros. Asimismo, es bastante molesta la forma poco anatómica de la zona superior del respaldo. Por su parte, la postura al volante queda baja y hay que acostumbrarse a pisar unos pedales del freno y del embrague demasiado altos, que además están desplazados hacia la derecha.

Un giro a la llave de contacto y la aguja del cuentavueltas se sitúa algo por debajo de las mil revoluciones. Es porque el motor ya estaba caliente y no hacía falta arrancarlo en frío. Desde los primeros metros en marcha, se agradece el tamaño compacto de la carrocería. También la reacción rápida de la dirección y el tacto del volante elaborado en poliuretano, cuyos 36 cm de diámetro facilitan el manejo vivaz en uso urbano. El Seat deportivo antiguo se mueve con fluidez en este ámbito.

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Uno de los coches rápidos de producción nacional

Todavía en marchas cortas, basta pisar el acelerador con energía para constatar un brío extraordinario. Gracias a los 800 kg de peso en vacío y a un motor que sube de vueltas sin vacilaciones, el Seat 1430 Sport puede destacar en el tráfico.

En este cometido, acompaña con brillantez un tren delantero que aporta la motricidad necesaria, unido a un bastidor que proporciona un comportamiento ágil. Y en cuanto a los frenos, son suficientes, modulables y resistentes al calentamiento.

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Provisto de una barra estabilizadora delantera, al tomar las curvas es subvirador y apenas balancea

CURVAS Y MÁS CURVAS

Si en utilización urbana se percibía la vivacidad de este Seat deportivo de los años 70, en carretera abierta sale a relucir la fuerza con que acelera en marchas cortas. Incluso en cuarta, admite pisar a fondo a partir de 60 km/h con una magnífica respuesta desde las 3.000 vueltas.

Y debido a la dirección tirando a rápida, de 3,4 vueltas de volante entre tope y tope, su manejabilidad anima a utilizarlo en zonas viradas. En ese entorno, conducirlo es todo un placer. Todo ello gracias a la distancia entre ejes de sólo 2,225 metros, el centro de gravedad bastante bajo, los neumáticos 165/70 y la anchura de vías que tienen ambos ejes.

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En las rectas, la cuarta marcha tiene brío desde 60 km/h hasta que la velocidad máxima

¿Y LA QUINTA?

La cuestión cambia cuando tomamos una autovía, lugar idóneo para beneficiarse de la buena aerodinámica que caracteriza a este modelo. A 120 km/h en cuarta, el motor gira a 4.500 rpm. A dicho régimen, la respuesta al pedal de gas del Seat clásico es inmediata y aún la sonoridad dentro del habitáculo no es exagerada. En cambio, la mecánica se oye demasiado cuando se superan las 4.800 vueltas y sería una delicia engranar una quinta ausente.

De todos modos, el Seat 1430 Sport alcanza una velocidad punta de 165 km/h, cifra meritoria para su cilindrada y potencia. Y en cuarta, acepta una marcha de crucero en torno a las 5.500 vueltas, que se traducen en una velocidad de 145 km/h.

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El estilo aplicado por Aldo Sessano a la zona trasera es inconfundible

UN FINAL AGRIDULCE

Cuando por fin se habían superado las dificultades y tanto los Seat Sport como los Seat 128 coexistían en el mercado, en septiembre de 1979 dejaron de fabricarse ambos modelos. Desde la perspectiva actual, en el desarrollo del Seat Sport se perdió un tiempo precioso. Y la demora de su aparición mermó la impresión de novedad e hizo decrecer el volumen de ventas.

Si en lugar de aparecer a finales de 1975 lo hubiese hecho en 1972, esos tres años de adelanto habrían sido muy provechosos, incluso para contribuir a la expansión internacional de Seat. Pero la realidad fue distinta. Aquel proyecto tan sugerente y netamente español tuvo que luchar contra demasiadas adversidades, pero al menos las consiguió superar e hizo posible la existencia de estos coupés, ambos como hemos dicho Seat clásicos con todas las letras.

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USO DE COLECCIÓN

Situados a 44 años de su salida al mercado, está claro que hay que conservar lo mejor que se pueda los ejemplares existentes. De hecho, se calcula que de los 19.341 ejemplares fabricados apenas sobreviven en la actualidad unos pocos centenares. Juega en su beneficio la creación en 1994 del Club Seat 1200/1430 Sport y 128 de España. Gracias a este club, no sólo se ha evitado la destrucción de unidades aprovechables, sino que también sirve para mantener el contacto entre los dueños.

Además de las concentraciones anuales, que fomentan la amistad, en el club se ha favorecido su conservación. En este sentido, el intercambio de información y de piezas de repuesto se ha convertido en una baza fundamental para su mantenimiento. Y en verdad, buena parte de los ejemplares de estos Seat deportivos lucen en sus carrocerías los colores de origen. Sin adornos estrafalarios ni eternos arreglos provisionales, que empañan su atractivo estético y dificultan su permanencia como coches de colección.

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Nuestro protagonista con otros Seat, entre ellos su competidor (Foto: Seat)

SEAT 128: RIVALIDAD EN FAMILIA

Aunque la aparición de la gama Fiat 128 se remonta a 1969, en un principio no se consideró oportuna su fabricación por parte de Seat. El motivo estribaba en la fuerte inversión que había que realizar en la factoría barcelonesa, necesaria para construir aquel coche. De tracción delantera y motor transversal, consiguió además el premio Coche del Año en Europa de 1970.

Sin embargo, en Seat se conformaban en un principio con los Seat 124 y los Seat 850 de cuatro puertas. Entre ambos modelos de tres volúmenes, lideraban con holgura ese segmento. A mediados de la década creció el sector de mercado formado por los autos de tres puertas y tracción delantera. En ese contexto, interesaba tener en la gama el Fiat 128 3P, renovado en 1975 y que podía alojar los motores de 1.197 y 1.438 cc.

Presentados a la prensa en diciembre de 1976, el mes siguiente se iniciaba su comercialización en dos versiones. De inmediato, la venta de los Seat 128 3P superaron a las de los Seat Sport. Además de tener un precio inferior en alrededor de 20.000 pesetas, su carrocería era más amplia y de mayor funcionalidad. Disponía de un portón trasero, que en casos puntuales permitía abatir el asiento trasero y aumentar la capacidad de carga.

Se promocionaron en publicidad con el eslogan “Triple personalidad”. Dicho lema aludía a su polivalencia como un deportivo que acepta a la familia y se transforma en un break, un triplete de usos que estaban vetados para los Seat Sport.

Así las cosas, ya en 1977 las ventas de los Seat 128 3P fueron claramente superiores a las de los Seat Sport. Las 18.207 unidades Seat 128 3P producidas rebasaron de sobra a los 4.066 Seat Sport construidos ese año. Y hasta su cese de producción fueron 31.897 los Seat 128 3P fabricados en Barcelona, bien por encima de los 19.341 Seat Sport elaborados desde 1975. Es decir, el Seat polivalente terminó ganando la partida al Seat deportivo.

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Escrito por Ignacio Sáenz de Cámara

Desde muy pequeño, sentí atracción por cualquier vehículo, independientemente de que fuese el Renault 4 de mi padre, la furgoneta DKW 800 S de mi abuelo o la Lambretta del tío Santos. Y por supuesto, de los coches que a partir de los 11 años veía en las revistas del motor. También me gusta escribir, razón de que tras abandonar la docencia trabajase como redactor y probador en Autopista... Ver más

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