Problemas olímpicos
El propio arquitecto describe la Torre como
[su_quote] «un edificio de oficinas moderno y único, con un camino de acceso característico y patio cerrado. El diseño hace uso de formas claramente definidas que transmiten precisión, perfección técnica y contorno estéticamente atractivas. Como tal, representa perfectamente la imagen de éxito y altas aspiraciones de la empresa BMW.
En el interior predomina la funcionalidad. El diseño se basa en la racionalidad lógica convincente, con la finalidad de mejorar los flujos de comunicación en un equipo. La planta en forma de trébol aporta trayectos cortos dentro del edificio para optimizar las líneas de comunicación y organización de la oficina entre los distintos departamentos, y la máxima flexibilidad en la configuración de espacio disponible.» [/su_quote]
Como curiosidad, la instalación de los emblemas corporativos de BMW en la azotea levantó una gran controversia: la autoridad de planificación de Múnich consideraba que el impacto medioambiental sería considerable, y se llegó incluso a una disputa legal. A pesar de ello, con motivo del inicio de los Juegos Olímpicos Eberhard von Kuenheim, entonces presidente del Consejo de Administración de la compañía, imprimió los emblemas de la marca bávara en lonas y las colgó, a modo de prueba, a una altura de casi 100 metros en el este y oeste de la superestructura.
La instalación del anagrama en este último lado era particularmente importante por motivos publicitarios, ya que sería visible desde el Estadio Olímpico y así podría atraer la atención de los numerosos asistentes a las competiciones deportivas. Esto vulneraba las regulaciones de la ciudad en materia de publicidad exterior, y finalmente le supuso a BMW una multa de más de 110.000 marcos alemanes.
No obstante, después de largas negociaciones con las autoridades de la ciudad, el permiso para mostrar las insignias de la hélice permanentemente en los cuatro lados del edificio se concedió en el otoño de 1973.
Hoy día, la planta de BMW con la Torre, el Museo y el Welt abierto en 2007 es la atracción más popular del Estado de Baviera y atrae a millones de visitantes cada año.
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Un cuenco lleno de Historia
El primer espacio de exposición de tipo museo para los productos históricos de BMW fue desarrollado en la planta de Múnich a mediados de la década de 1920, donde a partir de 1925, la empresa exhibió su primer patrimonio automotriz en una sala especialmente diseñada a tal efecto.
Para celebrar el cincuenta aniversario de la compañía en 1966, esta sala original se remodeló y amplió. El museo fue reinaugurado oficialmente el 20 de enero de 1967 y, por primera vez, fue anunciado al público en general. Sus puertas se abrieron entonces a cualquier visitante interesado en la historia de la marca.
Aun así, la disponibilidad de espacio y el número de exposiciones históricas seguían siendo modestos, y la ubicación dentro de las instalaciones de la planta disuadía a muchos visitantes potenciales.
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La importancia del legado de la compañía alemana justificó el levantamiento del museo-cuenco definitivo a principios de los setenta (Cedidas por BMW)
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No fue hasta la década de 1970, con la construcción de la nueva sede del grupo, cuando el museo atrajo la atención del público. Aunque en el concurso de arquitectura de 1968 no se había especificado el diseño de unas instalaciones de este tipo, Karl Schwanzer incluyó en su propuesta un edificio externo e independiente para la exposición de vehículos, que también contó con un plano de planta circular.
En opinión del jurado, la propuesta de construir un nuevo museo en la intersección de Petuelring y Lerchenauer Strasse era una idea acertada, ya que la forma encajaba bien en el conjunto global de las edificaciones. El «Museo Cuenco» estaba también en perfecta armonía con otras estructuras cilíndricas o circulares de las inmediaciones, incluyendo la Torre de Televisión o varios gasómetros.
Las obras de la nueva institución comenzaron en la primavera de 1971, nueve meses después del inicio de la construcción de la Torre BMW, y finalizaron a la vez que el Estadio Olímpico. Oportunamente, el Museo BMW sirvió de reclamo para los Juegos Olímpicos de Verano de 1972, así como también de la joven República Federal de Alemania de cara al resto del mundo.
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A pesar de la forma exterior compacta y cerrada, su interior fue diseñado para dar la bienvenida al público en general. El arquitecto vienés desarrolló un marco interior de columnas circulares, cuyo espacio fue llenado por rampas y plataformas aparentemente suspendidas en el aire.
La estructura interior se basa pues en seis columnas sólidas crecientes a diferentes alturas dentro del espacio creado por el cuenco. La cubierta exterior de hormigón fue diseñada de acuerdo con el principio de automoción de la carrocería autoportante.
El edificio del museo pretende integrar el «hábitat natural» del automóvil: carreteras, puentes y aparcamientos, en un espacio relativamente restringido. El concepto básico consiste en llevar el entorno de la carretera al espacio de exposición.
El Museo BMW conforma un eje espiritual entre fábrica, producto y público, a través de eventos organizados especialmente para convertirlo en una institución permanente de la vida cultural de la ciudad de Múnich.
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