Aunque sus líneas no estén al nivel de lo que se pudiera esperar, el Nissan GT-R es uno de los deportivos más acertados e inteligentes en el actual panorama automovilístico. Dotado de un excelente comportamiento gracias a la tracción a las cuatro ruedas, manejar su V6 con 570CV en la versión Track del pasado 2016 resulta un acto bendecido por muchos de los mejores probadores del momento. Una de las cumbres de la ingeniería nipona. Continuando así una saga deportiva marcada con las siglas GT-R desde 1969. De esta forma, para los amantes de los deportivos japoneses el GT-R es lo mismo que el Mustang o el Corvette para los que prefieren los norteamericanos.
Un símbolo. Uno de los pocos modelos que han evolucionado durante décadas al igual que el Porsche 911 para definir así el canon de la deportividad en su país. No obstante, lo más curioso en todo esto es que la saga Nissan GT-R se origina de una forma cuasi casual. De hecho, sus inicios no están siquiera en Nissan. Sino en Prince. Y es más, las carrocerías que vieron dar al mito sus primeros pasos eran berlinas y no coupé. Diferentes referentes y antepasados que tienen su punto de partida en 1957 con el lanzamiento del Prince Skyline Deluxe.
Un sedán de líneas americanizadas y motor de cuatro cilindros. El cual se movía en la gama superior de un automovilismo nipón aún no recuperado del todo tras la destrucción de la Segunda Guerra Mundial. No obstante, fue innovador al montar sistema De Dion en el eje trasero. Así como ofreciendo unas prestaciones que no fueron mala base para sacar garra en algunas carreras del panorama nacional. Un inesperado punto de partida para lo que habría de pasar con el Prince Skyline 2000 GT el 3 de mayo de 1964 en el circuito de Suzuka.
PRINCE SKYLINE 2000 GT, EL DESPERTAR DE LOS DEPORTIVOS JAPONESES
Aunque Prince era un fabricante de talante más bien práctico y conservador, sorprendió a la prensa con la variante coupé del Skyline. La Sports de 1960. De hecho, sabedora de lo inesperado del modelo lo presentó en el Salón de Turín. Una forma de llamar la atención del mundo sobre lo que estaba pasando en Japón. Así las cosas, era evidente que la industria automovilística nipona había dejado atrás sus limitaciones. Siendo capaz de producir modelos con el mismo encanto y prestaciones que los occidentales. No obstante, aún siendo esto cierto también se ha de reconocer la mano de Giovanni Michelotti en el diseño de la carrocería.
Primera de las muchas y cuidadas creaciones salidas de la colaboración entre un carrocero italiano y marcas como Mazda o Nissan durante los sesenta y setenta. De todos modos, aunque el Skyline Sports dio un paso de gigante para los deportivos japoneses éste no era un coche de carreras. Algo que en realidad sí anhelaba Prince. Sabedora del auge de los circuitos en Japón y cómo la victoria en ellos siempre anima a las ventas de los modelos de serie. Por ello, de cara al Gran Premio de Japón de 1964 desarrollaron un vehículo para la categoría GT-II.
Momento en el cual nació la idea del Prince Skyline 2000 GT. Un pequeño sedán de carreras del cual se ultimaron las cien unidades necesarias para su homologación tan sólo tres días antes de la carrera. Algo que ya nos pone en la pista de la improvisación y falta de medios reinante. Condiciones que dan aún más mérito a este modelo. El cual tomó como base al Skyline de segunda generación alargando el chasis y el morro unos veinte centímetros para poder ubicar el seis cilindros en línea procedente del mucho más potente y lujoso Gloria.
Un proceso delicado dirigido por el ingeniero Sinichiro Sakurai. Uno de los personajes que llegarían a ser fundamentales en la creación y el desarrollo de los posteriores GT-R. Alguien realmente audaz. Ya que sobre los escasos 980 kilos de un Skyline consiguió incorporar los 150CV del motor alimentado por triple carburación. Datos que arrojan una buena relación peso/potencia. Aunque lo más característico en su manejo fue algo que, en verdad, no se buscó de forma premeditada. Su facilidad para trazar curvas derrapando.
SUZUKA 1964, DUELO CON PORSCHE
Revisando entrevistas a pilotos japoneses, se suceden las referencias a la carrera celebrada en el Circuito de Suzuka el 3 de mayo de 1964. Una fecha que marcó el despertar del automovilismo deportivo nipón. Presentando en la línea de salida hasta 20 unidades del Skyline 2000 GT. Coches que con su aspecto de sedán no anunciaban el potencial oculto bajo el capó. Algo que pilló de imprevisto a pilotos con coches tan prestacionales como el Porsche 904 Carrera GTS. Un modelo hecho por y para las carreras, el cual mantuvo una dura pugna por el liderato con los Skyline 2000 GT.
Especialmente con el llevado por Tetsu Ikuzawa. Piloto del equipo oficial Prince que desató la euforia del público cuando rebasó en una curva al Porsche. Y es que el Skyline 2000 GT encontraba su punto fuerte en las curvas, las cuales tomaba derrapando con gran facilidad debido a lo endeble de sus llantas. Un problema que acabó siendo virtud gracias a la pericia de pilotos como Yoshikazu Sunako. Capaz de resolver los problemas de estabilidad del coche con arrojo y creatividad al volante. Finalmente, el Porsche ganó la carrera pero los Skyline coparon todos los puestos desde el segundo al sexto.
Hecho que desató la alegría entre los aficionados nacionales, evidenciando los lentos pero firmes avances del automovilismo japonés. De hecho, para mediados de los sesenta el gobierno favoreció la fusión entre empresas para situar a su industria automovilística en una posición más fuerte de cara a competir en el extranjero. Contexto en el cual Nissan adquirió Prince en 1966. De esta forma, en 1969 se presentó el primer GT-R de la historia con una carrocería berlina Skyline que repetía la fórmula ideada cinco años antes.
Instante en el que nacía la mítica saga deportiva. No sin antes haber pasado por la experiencia del Skyline 2000 GT como precedente más claro. Además, la confianza ganada durante el GP de Japón en Suzuka llevó a Prince a desarrollar el R380. Un sport prototipo a la forma y manera del Porsche 904. Otra de las creaciones deportivas de Sinichiro Sakurai. Un ingeniero al cual todos los propietarios de los actuales Nissan Skyline GT-R deberían conocer y tener en cuenta. Al fin y al cabo, la forma tan particular de entender los deportivos en Japón no salió de la nada.
Fotografías: Nissan