Sonic I Reactor
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Sonic I, de la rueda al reactor para llegar a los 966 km/hora

El Sonic I batió el récord mundial de velocidad terrestre en 1965 y ahora sale a subasta gracias a RM Sotheby’s.

La pugna por el récord mundial de velocidad terrestre ha sido una constante tanto para el automovilismo como para el motociclismo. Más aún durante los primeros tiempos de ambos, cuando playas como las de Pendine o Daytona -la falta de óvalos y tramos adecuados para ello se hizo esperar décadas, hasta la llegada de Nardo o las Autobahn- eran el escenario recurrente donde celebrar pruebas dominadas por una tecnología cada vez más puntera.

Así las cosas, junto con las dos primeras décadas del siglo XX la carrera por el récord absoluto vivió a finales de los años treinta otra época dorada cuando el III Reich la convirtió en una hazaña de estado a modo publicitario.

Eso sí, tras la Segunda Guerra Mundial ésta pareció entrar en un cierto letargo hasta la llegada de los años sesenta; década plena de optimismo también en lo tecnológico y por tanto abierta a nuevos diseños y planteamientos. Algunos tan disruptivos como el del Spirit of America de 1963, capaz de superar los 640 km/h gracias a su esquema con tres ruedas y motor a reacción tomado de un caza F-86 Sabre.

Sonic I Trasera

Toda una revolución ya que aquí el préstamo de tecnología aeronáutica no se limitaba al uso intensivo del aluminio –Voisin– o la aplicación de la inyección directa de combustible -Mercedes-, sino que iba directamente a cambio total de paradigma dejando a las ruedas sin capacidad tractora a fin de poner la propulsión en el motor a reacción tal y como si estuviéramos hablando de un avión.

VOLAR A RAS DE SUELO, SONIC I

Una de las expresiones más manidas -y por tanto ya huecas de significado- en la prensa del motor es “volar a ras de suelo”. No obstante, en el caso del triciclo Spirit of America la literalidad del término es prácticamente plena debido a la utilización del motor a reacción sin necesidad de que el vehículo se desplace gracias a la fuerza transmitida al suelo por sus ruedas.

De todos modos su reinado en lo más alto de la velocidad fue breve pues tan sólo un año después la última versión del Bluebird de Donald Campbell superó la marca regresando a un uso tractor de las ruedas; eso sí, para ser justos hemos de indicar cómo éste también utilizaba un reactor aunque, claro está, responsable aquí de generar la fuerza transmitida al turboeje.

Una jugada maestra -la interesante excentricidad de la turbina de gas hizo de aquel Bluebird con másd de cuatro toneladas una joya de la ingeniería- capaz de servir como revulsivo a los responsables del Spirit of America, quienes decidieron contraatacar con la presentación en 1965 del Sonic I, dotado con un turborreactor GM igual al utilizado en los modernos cazas supersónicos F-4 Phantom II de 1960.

MÁS DE 966 KM/H, UN RÉCORD MUNDIAL

A través de RM Sotheby’s el museo adjunto al Indianapolis Speedway ofrecerá durante los próximos cuatro meses algunas de sus mejores piezas. Entre ellas el Ferrari ganador de las 24 Horas de Le Mans en 1965 o uno de los W196 Streamliner utilizados en los años pioneros de la F1.

Asimismo, en un complemento perfecto para los bolsillos más desahogados interesados en la velocidad se presenta a la venta por primera vez desde que fuera adquirido por este museo en 1970 el Sonic I responsable de haber llegado en el salar de Boneville a los 966,571 km/h durante 1965 batiendo así el récord mundial de velocidad terrestre.

Todo ello gracias al patrocinio de Goodyear, la cual no sólo aportó neumáticos especiales para semejante vehículo sino que también posibilitó el ambicioso desarrollo tecnológico inherente a este modelo con motor a reacción que sólo puede ser frenado con la ayuda de un paracaídas de arrastre inspirado en los diseños aeroespaciales. En fin, sencillamente espectacular.

Imágenes: RM Sotheby’s

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Escrito por Miguel Sánchez

A través de las noticias de La Escudería, viajaremos por las sinuosas carreteras de Maranello escuchando el rugido de los V12 italianos; recorreremos la Ruta66 en busca de la potencia de los grandes motores americanos; nos perderemos por las estrechas sendas inglesas rastreando la elegancia de sus deportivos; apuraremos la frenada en las curvas del Rally de Montecarlo e, incluso, nos llenaremos de polvo en algún garaje rescatando joyas perdidas.

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