Un Ford Mustang histórico, el primer ‘hardtop’ con número VIN, será subastado el próximo mes de mayo en Indianapolis por la casa Mecum. Se trata de un temprano ejemplar de 1964 perteneciente a un particular al que Ford en su día asignó el número de identificación oficial 00002 (el 1 pertenece a un convertible que tiene a buen recaudo en su museo).
Este Mustang no es la segunda unidad absoluta producida por el fabricante norteamericano: Ford ensambló numerosos coches de preproducción y otros ejemplares a los que no dio numeración o lo hizo de manera poco ortodoxa. Así las cosas, lo único que es posible asegurar es que fue el primer Mustang de capota rígida en recibir su identidad oficial a través del mentado código VIN.
Por otro lado, tampoco es que sea el Mustang de nuestros sueños: Con un pequeño motor de 6 cilindros y tan solo 105 CV acoplado a una caja de cambios de 3 velocidades no es precisamente lo que se espera de un pony car. Así eran las primeras series de uno de los coches más famosos de la Historia. Eso sí, porta una preciosa carrocería en azul caspián que os enseñamos en las fotos de debajo…
Un unicornio con una bonita historia de supervivencia
Aparte de en su carrocería, lo bonito de este ejemplar se encuentra en su historia. Y es que gracias a la incansable curiosidad de Bob Fria, su último dueño, podemos contar uno de esos peculiares y mágicos relatos que suelen rodean a los vehículos antiguos.
Por lo visto, tanto el convertible número 1 como nuestro hardtop fueron dos de los 150-180 coches de preproducción del modelo. Su destino inicial fue Canadá, donde unos distribuidores y comerciantes de Ford se hicieron con ellos para la exhibición anterior a la puesta en venta oficial del modelo. Sin embargo, y según las investigaciones de Fria, el número 2 acabó inexplicablemente en el concesionario Whitehorse Motors de Yukon; dado el clima y la humedad imperante en Alaska, no muchos habrían apostado por su conservación…
Contra viento y marea, literalmente, y pasando por 13 dueños diferentes, terminó llegando a las manos de su último propietario, un auténtico gurú de los Ford Mustang. Y al proceder a su restauración éste descubrió rarezas más propias de un prototipo; entre ellas, estampados metálicos y soldaduras que poco tenían que ver con los Mustangs producidos posteriormente en serie.
Como decíamos antes, y dada la afición de Ford a asignar los números VIN arbitrariamente, tan sólo podemos estar seguros de que se trata de una unidad muy pero que muy temprana de Ford Mustang. Un ejemplar que retiene toda la pureza de las líneas iniciales del modelo que con el correr de los años se hicieron cada vez más barrocas. ¡Larga vida al pony de Ford!