Ahora que el verano va acabando uno piensa en si hay relación entre los automóviles y las estaciones. Y sí, claro que la hay. No en vano modelos como el Talbot Samba Cabriolet nos transportan no sólo al placer eventual de conducir con la capota bajada, sino también a un tiempo de ocio sin prisas ni agobios; idóneo para disfrutar de una conducción relajada no sólo por deseo sino incluso por imperativo mecánico.
Y es que aquí no estamos ante un modelo histórico pensado por y para quienes gustan de hundir el pie en el pedal de aceleración. Lejos de ello los 72 CV a 6.000 rpm del motor con cuatro cilindros de éste el último modelo de la casa Talbot exigen la calma de las tardes de verano, yendo de un sitio próximo a otro con toda la calma de quien se sabe exiliado del reloj.
No obstante los tan sólo 860 kilos dados en báscula por el conjunto resultan lo suficientemente sorprendentes como para notar un cambio increíble si uno se encuentra acostumbrado a llevar cualquier automóvil con factura contemporánea.
En suma, gracias a una relación peso/potencia nada despreciable para un modelo que -recordemos- llegó a representar lo más barato del mercado a cuatro ruedas incluso ir lento se puede convertir en toda una fiesta. Justo uno de los motivos por los cuales hoy en día un pequeño utilitario como el Talbot Samba puede girar miradas y sacar sonrisas aun con lo escueto de su tecnología; aquella que en su momento era básica pero que hoy en día cuenta con todo el encanto de los clásicos.
TALBOT SAMBA CABRIOLET, MUCHO POR MUY POCO
Si ceñimos el verano a los últimos tres meses usted habrá comprobado cómo le hemos hecho no pocas sugerencias de compra durante dicho periodo. Sugerencias muy racionales por otra parte pues, lejos de recomendarle coches imposibles, a los cuales usted no va a sacar partido a menos que sea un Jean Ragnotti de la existencia, hemos preferido indicarle la conveniencia de opciones como el Peugeot 106 Sport frente a sus hermanos mayores el Rallye o el GTI.
Asimismo conocemos de primera mano los problemas de la afición a la hora de conjugar el capricho de un clásico -sí, capricho; el mundo podría sobrevivir perfectamente sin nuestra afición y no pasaría absolutamente nada, no somos para tanto- con la estrecha contabilidad de un hogar medio.
De esta manera escoger un vehículo no sólo asequible en el mercado de colección sino también fácil de mantener es un argumento muy potente a la hora de convencer a posibles parejas o familiares encrespados. Justo la línea en la cual se nos presenta el Talbot Samba Cabriolet, fabricado entre 1981 y 1986 bajo la supervisión de Pininfarina -sí, esta versión a cielo abierto cuenta con ese toque de “glamour”- para ser hoy en día uno de los clásicos más simpáticos y disfrutones para el verano.
LA OPCIÓN DE COMPRA
Y es que aunque a usted un cochecito como el Samba no le atraiga lo más mínimo lo cierto es que por muy poco dinero no sólo es un descapotable, sino también un vehículo muy ligero -lo cual garantiza sensaciones impensables a día de hoy en cualquier concesionario- con el encanto añadido de la carburación; algo compleja de mantener cierto, pero al tiempo encantadora en su olor y posibilidad de hurgar en la mecánica.
En suma, pensábamos en un artículo con el cual cerrar el verano y vaya, quizás sugerirles la adquisición de este clásico sea lo más adecuado. Al fin y al cabo tiene todo lo que ha de tener un vehículo para el tiempo de ocio. ¿O no?