“La primera impresión al encontrarse frente a un Talbot Solara Escorial, es realmente prometedora. La elegancia se conjuga con la belleza. La pureza de su línea, emana una armonía tentadora. Es fácil dejarse seducir”. Así daba la bienvenida el catálogo del Solara Escorial a todo aquel que lo abría y se interesaba, aunque fuera solo un poco, por las bondades del modelo francés. Bondades, obviamente, que se buscaban destacar, como siempre suele ocurrir, con la prosa más delicada y trabajada, pura poesía sin más intención que encandilar a cualquier interesado un poco despistado.
Los catálogos son así, todos buscan destacar las virtudes del modelo en cuestión, pero claro, ¿qué harías tú con tu propio producto? Hablar de sus muchas bondades, obviamente. Y el Talbot Solara Escorial tenía bondades, muchas, ya las tenía el Talbot Solara “a secas” y el Solara Escorial solo mejoraba lo que ya había. De hecho, el Solara Escorial era una versión del Talbot Solara -la más equipada-, y entre las dos versiones, llegaron a venderse más de 180.000 unidades en los seis años que estuvieron en producción.
Claro queda que el Solara y el Solara Escorial no fueron un éxito de ventas, pero tampoco se les puede considerar un fracaso, ni mucho menos. Es más, según cuentan en la revista Motor 16 nº 143 -19 de julio de 1989-, una marca rival realizó una amplia encuesta en la que el Talbot Solara Escorial aparecía como el coche con mejor imagen de su segmento y las ventas marchaban a un ritmo de unas 500 unidades mensuales de media.
TALBOT SOLARA ESCORIAL, UNA VERSIÓN EXCLUSIVA PARA ESPAÑA
Después de unos años sin grandes registros, la compañía puso en las calles el Talbot Solara Escorial, una versión con un equipamiento mucho más completo y algunos detalles un poco más lujosos que también sirvió para “subrayar” el restyling al que se sometió al modelo. Fue una versión exclusiva para el mercado español y solo estuvo a la venta entre 1986 y 1987; es más, era la única que se podía escoger en nuestro país en aquel momento en sustitución de todas las versiones que se ofrecieron con anterioridad. Por supuesto, la producción del Talbot Solara Escorial se llevó a cabo en Villaverde, en las antiguas instalaciones de Barreiros.
Exclusivo para España también fue el Solara Escorial 1.9D, una versión que estaba animada por el motor diésel XUD9 de Peugeot, el mismo que ya montaban modelos como el Citroën BX diésel o el Talbot Horizon diésel, el cual, por cierto, llevaba dos años en el mercado cuando apareció el Talbot Solara Escorial 1.9D -se dice que esa tardanza en salir al mercado, supuso una gran pérdida de ventas-. Era un motor diésel que, como cabe esperar, poco tienen que ver con los turbodiésel que dominaron el mercado a finales del Siglo XX y comienzos del XXI. No tenía turbo, tampoco tenía inyección directa, y por tanto, la potencia era bastante contenida: 65 CV a 4.600 revoluciones, junto con 12,2 mkg a 2.000 revoluciones.
Junto al diésel, se ofreció un gasolina de cuatro cilindros y 1.592 centímetros cúbicos, culata de dos válvulas y alimentación por un carburador de doble cuerpo, cuya potencia era de 90 CV a 5.400 revoluciones, al tiempo que el par máximo era de 13,9 mkg a 3.800 revoluciones -unos 130 Nm-. Un motor que se podía combinar con un cambio manual de cinco relaciones, o bien, con un cambio automático de tres relaciones, la cual, si hacemos caso al catálogo del modelo, le «añadía un aliciente de comodidad al que costaba muy poco acostumbrarse».
UNA IMAGEN MÁS ESTILIZADA, QUE NO PUDO MEJORAR LAS VENTAS
La denominación Escorial nos hace pensar en la localidad madrileña situada en la Sierra de Guadarrama, El Escorial, pero no hemos encontrado ningún documento que lo confirme. No obstante, en el Talbot Solara significaba cambios, tanto a nivel estético como de equipamiento.
Esos cambios no eran especialmente numerosos, fue un restyling ligero, lo justo para que la imagen del modelo se hiciera algo más moderna con el objetivo de aumentar el interés del público por el coche, algo que, ya adelantamos, no se consiguió. Así, el Talbot Solara Escorial mantenía la gran mayoría de los paneles de la carrocería, pero se notaba un estilo más “refinado”, ligeramente más moderno y atrayente, una sensación que logró con la simple modificación del frontal -nueva calandra, paragolpes con un diseño ligeramente distinto y antinieblas encastrados de serie-, la aplicación de anchas bandas protectoras en los laterales de la carrocería que conectaban visualmente los paragolpes delantero y trasero, así como nuevos embellecedores de tipo “aerodinámico” para las llantas.
Un ojo entrenado encontrará, en el habitáculo, elementos procedentes del catálogo de Peugeot, concretamente del Peugeot 305, tales como el volante, las palancas de luces y limpiaparabrisas, más la instrumentación. El resto, básicamente, era igual que lo visto en el Talbot Solara y mantenía su mismo nivel de calidad, que según la prensa de la época, era más que digna.
Sin embargo, aunque no era un coche feo, contaba con un equipamiento muy completo y tenía fama de ser extremadamente fiable, las ventas no acompañaron. Es cierto que las cosas no fueron mal del todo, pero un interés muy limitado por sacar la marca adelante y los rivales que, en general, eran tremendamente complicados, acabaron por ver como Talbot se marchaba de nuevo del mercado, dejando huérfano al que iba a ser el Talbot Arizona, que acabó siendo el Peugeot 309.