Desgraciadamente, los vehículos industriales no han contando con el mismo nivel de conservación que el gozado por los turismos. De esta manera, en relación a algunos modelos realmente icónicos para nuestra historia reciente, sólo han sobrevivido algunas unidades. Es más, esto resulta especialmente visible en el caso de los automóviles dedicados al transporte de pasajeros; normalmente desguazados sin piedad una vez cumplida toda su vida útil.
Así las cosas, hoy en día no sólo es realmente difícil encontrar autobuses históricos en buen estado, sino incluso automóviles como los llamados “taxis de pueblo”. Bastante comunes hasta la popularización masiva del vehículo privado ya a finales de los años sesenta, estos hacían las veces de transporte público en áreas rurales pudiendo mover del tirón hasta ocho pasajeros. Además, desde el punto de vista del diseño y la fabricación, este tipo de vehículo contaba con una particularidad muy concreta.
Y es que, a fin de albergar -comúnmente- tres filas de asientos, los modelos turismo en los cuales se basaban estos taxis colectivos pasaban por talleres carroceros donde se les alargaba la distancia entre ejes.
Debido a ello, y especialmente cuando hablamos de bases no especialmente masivas como la del Dodge Dart -una apuesta exclusiva en la España de los años sesenta-, parte de la afición a los clásicos suele confundirlos con limusinas privadas o de corte institucional.
Dicho esto, mientras bajo el régimen franquista fueron modelos como el SEAT 1500 o el mencionado Dodge Dart los que sirvieron de plataforma para aquellos “taxi de pueblo”, en la Italia de los años cincuenta fue el Lancia Aurelia uno de los más escogidos para ello. De hecho, en este proyecto se llegó a involucrar la mismísima Bertone, alejada en este caso de creaciones deportivas o ejercicios de estilo a fin de enfocarse en una tarea mucho más relativa a las rutinas del día a día.
LANCIA AURELIA B15, CHASIS ALARGADO POR BERTONE
1950 fue un año clave para la evolución del automovilismo en Italia. Y es que, no en vano, en tan sólo unas semanas fueron presentados tres modelos clave para su historia. En primer lugar el Alfa Romeo 1900. Responsable de llevar a la histórica casa -de aquellas bajo la gestión del estado- al mundo de la producción en serie, éste fue lanzado como el “familiar que gana carreras”. Sin duda, un lema sobre el cual se sintetizaba, de manera excelente, la nueva personalidad comercial de Alfa Romeo.
En segundo lugar, Fiat desveló las líneas de su 1400. El modelo gracias al cual pasó página respecto a la destrucción inherente a la Segunda Guerra Mundial, emprendiendo una nueva era bajo la égida técnica de Dante Giacosa así como el claro afán de internacionalización liderado por Vittorio Valletta. De hecho, como prueba de esto último debemos señalar el hecho de que este modelo, el 1400, fue el inicio mismo para SEAT.
Asimismo, en tercer lugar Lancia dio un paso al frente lanzando en el Salón de Turín al Aurelia. Comercializado en primera instancia como sedán, éste llegó a conocer en muy poco tiempo versiones coupé y descapotables con nuevas apariencias firmadas por casas tan prestigiosas como Pininfarina. Unos vestidos de excepción para su excelente mecánica V6, la primera montada en un automóvil de gran serie.
UNA VERSIÓN REALIZADA POR BERTONE
En suma, hablar del Aurelia, incluso hoy en día, es hablar de uno de los mejores automóviles italianos de la historia. Dominado no sólo por su innovadora técnica y radiante diseño, sino también por su desempeño tanto comercial como en las carreras. Y es que, examinando la historia de Lancia, pocos modelos han sido tan versátiles como éste.
Prueba de ello es que, aún siendo especialmente recordado por su variante B20 -el coupé que asentó la definición de lo que pasó a entenderse como GT-, éste tuvo en su gama opciones tan inesperadas como la B15. Recogiendo el cable dado por los mencionados “taxi de pueblo», ésta se creó sobre un chasis alargado -en 32 centímetros- a fin de dar cobijo en su habitáculo a un total de ocho pasajeros.
Presentado en 1952, su motor V6 con 1.991 centímetros cúbicos provenía del montado en el B21 sedán. Eso sí, rebajado aquí de 70 CV a 61 CV aunque dando un mejor empuje desde bajas vueltas. Todo ello, como puede entenderse, para satisfacer las necesidades en marcha de un vehículo que, además de espacio, ganaba peso. Por cierto, todo ello rematado en los talleres de Bertone, la cual firmó durante dos años las casi setenta unidades ensambladas de este Aurelia “taxi de pueblo”. El B15. Sin duda, una forma realmente estilosa de cara a moverse por las pequeñas comarcas donde servía.
Fotografías Lancia Aurelia B15 del Centro Storico Fiat.