Resulta paradójico que, precisamente en el país que vio nacer la producción en cadena de la mano de Ford, la personalización artesanal de los vehículos sea una de sus tradiciones con más agarre. Hace poco os hablábamos de la última edición del SEMA en Las Vegas; centenares de preparaciones de infarto confirman que esta industria sigue gozando de muy buena salud. Una industria en la que miles de particulares y decenas de empresas se dejan la imaginación a la hora de concebir el vehículo más personal.
Aunque la customización nos suene actual… la tradición viene de muy lejos. Todos tenemos en mente las llamativas preparaciones que hacían los chavales rockers de los ’50, inmortalizadas en un cine que recogía la furia de todo un “rebelde sin causa”. O las espectaculares customizaciones moteras ‘easy rider’ de los ’60, las cuales siguen fascinando en la pantalla a generaciones con ansias de aventura. Sin embargo, hay un sitio donde no tendrás que recurrir al celuloide para contemplar una de las esencias del motor americano: se trata del The Race of Gentlemen.
OLOR A PLAYA Y GASOLINA
Estados Unidos. Costa Este. El verano en las playas de Wildwood discurre silencioso en una pequeña localidad turística llena de casitas de madera y un pequeño parque de atracciones con una de las primeras montañas rusas de América. Sin embargo, ese silencio se ve roto en el mes de junio por el rugido de decenas de motores que entienden poco de eficiencia energética, pero mucho de sonidos abrumadores y pasión por los viejos tiempos.
Son los conductores y moteros de The Race of Gentelmen, uno de los eventos más interesantes del motor clásico en América. Aquí no sólo las maquinas, sino también la ambientación y los pequeños detalles, nos sumergen en la época de los Hot Rods: el curioso nombre con el que conocemos a los vehículos preparados desde los años ’30 hasta la actualidad por jóvenes americanos tan rebeldes como diestros con la mecánica.
Tampoco faltan las motos. De hecho, la propia Harley Davision es una de las marcas promotoras de este encuentro. Y no es para menos… Si hay una montura de dos ruedas customizada a lo largo de la historia, esa ha sido Harley. No en vano el rugido de sus motores, su característica marcha tranquila y los moteros colgando de los enormes manillares de las ‘chopper’ son, como pocas, señas del lado más salvaje de la cultura americana.
SONIDO DE OLAS Y MOTORES
En la propia playa, corriendo sobre pistas de arena junto a las olas del Atlántico. Es ahí donde, más allá de la muestra de vehículos, estos intrépidos amantes del motor clásico se lanzan a las carreras. Sí, has leído bien. Porque como si de aquellas pandillas de rockers que mencionábamos antes se tratara, en este festival se hacen carreras de aceleración. Aunque… legales, claro.
El olor a gasolina, el sonido de motores a la vista echados a la carrera, la pasión por la muy americana tradición por la personalización y el gusto por los clásicos de los ‘chicos malos’ se funden en este The Race of Gentelmen: un lugar para aquellos que quisiéramos tener una máquina del tiempo…
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