Regresamos pues, a un periodo anterior a los Compact Disc, a los cassettes, a la era de los discos de vinilo, y cómo estos se convirtieron en el primer formato en permitir a los automovilistas escuchar sus canciones favoritas en sus trayectos.
El contexto en el que surge esta idea parece el idóneo. Estados Unidos en los años 50, cuna del Rock n’ roll y donde aparecen las más lujosas y modernas características en el mundo del automóvil, con las cuales en el resto del mundo solo se podía soñar.
Entre las innovaciones que se popularizan en aquellos años está la dirección asistida, el aire acondicionado, las caja de cambios automáticas o incluso los motores alimentados por inyección.
Un problema común a los conductores de entonces y a los contemporáneos es encontrar una canción en la radio que sea de su agrado, algo que en ocasiones puede llegar a resultar frustrante, especialmente en un automóvil cargado con las comodidades más recientes.
La solución parecía lógica, los tocadiscos se estaban ganando un hueco en todos los hogares de Norteamérica y permitía a sus propietarios escuchar los álbumes de sus artistas favoritos, con un boom en la venta de discos en esa época, especialmente entre los más jóvenes.
HIGHWAY HI-FI RECORD PLAYER, EL PRIMER TOCADISCOS PARA EL AUTOMÓVIL
Con todo esto el doctor Peter Goldmark, que trabajaba en los laboratorios de la CBS se puso a trabajar en un tocadiscos que se pudiese instalar en un coche. Chrysler fue el primer fabricante en interesarse por esta idea.
Cabe recordar que en aquel momento había dos formatos de discos de vinilo: los single que podían albergar entre dos y cuatro canciones y que giraban a 45 revoluciones por minuto, y los LP, de mayor tamaño y que contenían las canciones de un álbum entero y giraban a 33 revoluciones.
Por si dimensiones los single parecían la alternativa más apropiada para llevar en un coche, pero tanto el propio Goldmark como Chrysler se preguntaron si se podría crear un nuevo formato de disco para los estos nuevos tocadiscos.
El propio funcionamiento de los discos de 45 RPM hacia que hubiese que dar la vuelta al vinilo cada 3 o 4 minutos, lo que terminaría resultando tedioso. Por esta razón se ideó un formato con tamaño de single que giraría a 16 ⅔ RPM, la mitad de la velocidad de un LP y que permitía así prolongar la duración de la grabación.
Este primer aparato recibió el nombre de Highway Hi-Fi Record Player y se podía equipar en cualquier coche de Chrysler Corporation. El brazo del propio tocadiscos contaba con unos estabilizadores que evitaban que la canción diese saltos y se rayase el disco con las irregularidades de la carretera.
Sin embargo, fueron pocos los que compraron este sistema. Los motivos fueron varios, siendo el principal el precio de 200 dólares de la época, el equivalente a 1.700 dólares en la actualidad. Otro motivo era que los discos que los propietarios tenían en casa no eran compatibles con los que se podían escuchar en el coche y viceversa. Además, la industria discográfica tampoco creyó que producir discos en este formato tan específico tuviese mucho futuro.
Y por si fuese poco, la fiabilidad de estos aparatos dejaba mucho que desear, con muchos de éstos rompiéndose tras apenas un año de uso. Por estas razones para finales de 1957 Chrysler ya había dejado de ofrecer estos tocadiscos en su catálogo de extras.
OTRAS ALTERNATIVAS
El fracaso de este primer aparato no impidió que otras compañías viesen potencial en esta tecnología. En 1960 la empresa RCA Victor desarrolló un nuevo tocadiscos que funcionaba con vinilos de 45 RPM y que podía albergar hasta 14 de estos en su interior, pudiendo acumular dos horas y media de canciones.
El producto de RCA Victor eliminaba muchos de los fallos del Highway Hi-Fi, además su precio de compra era de 51 dólares, lo que equivale a unos 410 de hoy en día; caro pero mucho más asequible, además que se podía instalar en más vehículos aparte de los de la gama Chrysler. Como mayor problema era su tamaño, de gran anchura y que quitaba mucho espacio en las plazas delanteras.
Pese a las mejoras realizadas también fracaso, y dejó de fabricarse tan solo un año después de su lanzamiento, en 1961. En su momento tener un coche equipado con un tocadiscos era un lujo reservado para unos pocos, como Mohamed Alí o George Harrison.
Europa ofreció su versión del tocadiscos para coche en la misma época de la mano de Philips. La mayor diferencia con respecto a los dos aparatos anteriores era su tamaño, siendo capaz de hacer sonar un único vinilo de 45 RPM, un punto a favor ya que no restaba apenas espacio al interior.
Esto generaba varios problemas al conductor, que tenía que dar la vuelta al disco cada vez que acababa la canción, y una vez habían sonado ambas caras seleccionar uno nuevo, lo cual podía generar la situación de un automóvil lleno de vinilos desparramados en cada curva y llegándose a arañar.
El aparato de Philips se fabricó hasta 1962. Una nueva tecnología estaba apareciendo, los cartuchos 8 pistas, mucho más prácticos para su uso en un coche y que terminarían evolucionando hasta convertirse en los casettes. No sería hasta finales de los ochenta y principios de los noventa cuando los discos de música volverían a popularizarse en los automóviles, esta vez en forma de CD.
Los tocadiscos fueron pues, una pequeña parte, casi anecdótica, de la historia de los formatos de música en los coches, pero que conviene recordar por ser la primera. Prueba de esto es su valor, ya que a día de hoy estas curiosidades tecnológicas del pasado alcanzan altos precios y son toda una rareza.
Fotografías: Philips, Chrysler, RCA Victor