Sobre Tom Hartley ya les hemos hablado recurrentemente en anteriores ocasiones pues, no en vano, es junto con Girardo & Co uno de los vendedores -cosa aparte es el mundo de las subastas donde Bonhams y RM Sotheby’s destilan un carácter referencial- más importantes en toda la escena británica.
En ese sentido, una simple ojeada a su actual catálogo muestra una panoplia automovilística capaz de formar un museo de alta gama en sí misma. Asimismo cuenta con el detalle -siempre a agradecer por parte de los medios- de retratar a sus vehículos bajo una apariencia bastante digna, haciendo así posibles no pocos artículos leídos por ustedes gratuitamente en esta y otras cabeceras digitales.
Pues bien, dicho esto lo cierto es que Tom Hartley acaba de sorprender al ámbito de los clásicos al ser comisionado por Bernie Ecclestone para la venta privada de los 69 monoplazas con los cuales ha compuesto su colección personal durante cinco décadas.
Y no, no hablamos de algo similar a lo gestionado por RM Sotheby’s hace unos meses con la reunida por el piloto Jody Scheckter; lejos de ello se trata de algo mucho más importante. De hecho la palabra adecuada sería “superlativo” pues, al fin y al cabo, ésta es la más nutrida y diversa cuando hablamos de monoplazas pertenecientes a la F1.
BERNIE ECCLESTONE, UN PERSONAJE CENTRAL EN LA F1
Si hablamos de personajes polémicos en el mundo del automovilismo deportivo sin duda Bernie Ecclestone bien podría encabezar con holgura la clasificación. No en vano su historia es bien conocida pues además de amasar un inmenso poder organizativo en la F1, su gestión empresarial en materia de derechos televisivos, publicidad, escuderías y el propio reglamento deportivo nunca ha estada exento de debates y discusiones.
Además, su égida de hierro en la F1 ha ido aderezada con escándalos de corrupción y declaraciones políticas cuanto menos controversiales. En suma, un personaje al cual bien conviene observar a cierta distancia acotando el análisis a sus páginas más intrépidas en Brabham si es que deseamos llevarnos un recuerdo más o menos aceptable.
Dicho esto, lo cierto es que su inmenso poderío empresarial -este no es el lugar indicado para la disección analítica de su carrera- le ha permitido escoger durante décadas una colección forjada no sólo en un exquisito gusto por la ingeniería de vanguardia, sino también por el reunir piezas especialmente relevantes para la historia de la F1 entendida como una sucesión de fetiches.
Así las cosas, en lo ofertado por Tom Hartley destacan monoplazas básicos a fin de entender la trayectoria de Michael Schumacher, el BRM con 16 cilindros y distintos Ferrari ligados a las carreras de Niki Lauda, Alberto Ascari o Mike Hawthron.
Sin duda una sacudida para el ámbito más exclusivo -y entendido- del coleccionismo; algo que, a este lado del teclado, esperamos que desemboque en poder ver rodando a algunas de estas unidades en encuentros como el Goodwood Revival.