tractor aerodinamico
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Oliver 88 Orchard. Un tractor aerodinámico y futurista

A estas alturas sobra indicar lo equivocado que estaba Enzo Ferrari al decir aquello de “la aerodinámica es para los que no saben diseñar motores”. Lejos de ser algo sólo útil para la competición, el trato de un vehículo con el aire es determinante hasta en el más prosaico de los utilitarios. De hecho, modas como los SUV ponen de nuevo la cuestión sobre el tapete. Evidenciando lo mucho que puede aumentar el consumo cuando se presta poco atención al coeficiente aerodinámico, algo que en este momento ocurre por el gusto de agrandar los coches hasta proporciones de tanque.

Dejando debates freudianos a un lado, pero convencidos de que en ciertas modas hay más de apariencia social e inseguridad fálica que de eficiencia tecnológica, sí diremos que en algunos vehículos la aerodinámica no es del todo determinante. Uno de ellos es el tractor. Usado siempre a bajas velocidades, sus paneles de carrocería no cuentan con la necesidad de penetrar el aire grácilmente. De hecho tampoco importan las turbulencias de salida, ni cómo los flujos de refrigeración se reparten por el interior. Por todo ello resulta bastante extraño ver tractores aerodinámicos, dotados de diseños tan atractivos como el que pueda tener un turismo.

No obstante, y evidenciando que toda regla siempre cuenta con excepciones, hay algunos ejemplos de tractores aerodinámicos. El más eficiente es precisamente el más reciente. Hablamos de un JCB mejorado por el departamento de aerodinámica de Williams, capaz de ponerse a 246 kms/h el pasado 2019. Todo un éxito al que se llegó mejorando hasta un 25% el Cx con diversos paneles estudiados mediante simulaciones informáticas. Alarido zaguero que encuentra en las formas del Oliver 88 Orchard un antecedente marcado por el diseño futurista inspirado en la carrera espacial de la Guerra Fría.

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OLIVER FARM EQUIPEMENT COMPANY. NACIDA EN EL PEOR MOMENTO

El 1 de abril de 1929 cuatro empresas de maquinaria agrícola norteamericana unieron fuerzas para crear la Oliver Farm Equipement Company. Procedentes de Ohio, Indiana y Michigan, estas compañías necesitaban de un salto adelante en materia tecnológica para evitar la fama de atrasadas y dadas a una rápida obsolescencia programada. Así se unieron para crear uno de los principales consorcios dedicados al vehículo industrial, con el telón de fondo de una economía en la cresta de la ola crediticia. Sin embargo, el funcionamiento de estas olas de bonanza es igual al de las formadas en el mar, encontrando siempre un obstáculo contra el que romper.

De esta forma, en octubre de ese mismo año llegó el Crack de Wall Street. Bruscamente los bancos quebraron en efecto dominó, arrastrando consigo a empresas y familias. Muchas de ellas de corte agrícola, las cuales tuvieron que abandonar sus propiedades para echarse a la carretera rumbo a los jornales de la prometedora California. Un éxodo canónicamente narrado por John Steinbeck en Las uvas de la ira o De ratones y hombres. Escenario poco propicio para una empresa de maquinaria agrícola, especialmente cuando ésta tiene como clientes a esas mismas familias que han sido despojadas de su condición propietaria para ser relegadas a la de jornalera.

Sin embargo, la Oliver Farm Equipement Company logró salir adelante, continuando hasta que en 1960 fue absorbida por la White Motor Corporation. Una carrera en la que primaron dos elementos clave: la innovación y el diésel. Especialmente cuando, tras la Segunda Guerra Mundial, la Oliver Farm destacó con la mejor gama de tractores del momento. La mayor parte equipados con novedosos motores diésel eficientes y duraderos. Un logro con el que, al fin, quedó conjurada la mala fama asociada a algunas de las empresas reunidas en la fusión de 1929.

TRACTOR AERODINÁMICO OLIVER 88 ORCHARD. IMBUIDO DE ESTÉTICA ESPACIAL

Derrotados los nazis, fascistas e imperialistas nipones tras la Segunda Guerra Mundial, el mundo quedó dividido en dos zonas de influencia lideradas por los Estados Unidos y la Unión Soviética respectivamente. Aquí comenzaba la Guerra Fría, caracterizada por un suicida desarrollo tecnológico que tuvo en el espacio uno de sus mayores frentes. Y es que, con una mezcla de propaganda y dominio estratégico, salir de la atmósfera era condición para sacar pecho ante la potencia rival. En ese contexto, la sociedad americana quedó imbuida por una fascinación galáctica con claro reflejo en el diseño industrial. Desde los tostadores hasta los coches todo recordaba a un cohete cromado.

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Una imagen que incluso llegó a contagiar a la pedestre maquinaria agrícola, la cual se revestía con diseños como el del Oliver 88 Orchard. Producido entre 1948 y 1954, el Oliver 88 fue uno de los tres tractores con los que la empresa destacó durante la postguerra junto con los 66 y 77. Una saga exitosa que se vio remplazada en 1954 con la aparición del Super 55, primer tractor compacto de la marca. Equipado con motores seis cilindros tanto en gasolina como en diésel, el Oliver 88 contaba con un frontal de evocación Art Déco. Un cuidado diseño poco visto para con la maquinaria agrícola.

De hecho, esta preocupación por el aspecto llegó tan lejos que el Oliver 88 llegó a tener una versión muy especial: la Orchard. En ella las ruedas traseras quedaban carenadas con unos enormes guardabarros capaces de fundirse suavemente con el resto de líneas del tractor. Y eso por no hablar del mimo puesto en que casi todos los elementos fueran dentro de esta forma aerodinámica, apenas destacando ninguno fuera de un contorno bien definido. Uniformidad que también se vio en el uso cromático. Saliendo de fábrica siempre en un verde combinado con la parrilla en amarillo y ciertos detalles en rojo. Por todo ello el Oliver 88 Orchard es uno de los tractores visualmente más equilibrados. Incluso más que el Porsche Junior 108S.

Fotografías: Mecum Auctions

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Escrito por Miguel Sánchez

A través de las noticias de La Escudería, viajaremos por las sinuosas carreteras de Maranello escuchando el rugido de los V12 italianos; recorreremos la Ruta66 en busca de la potencia de los grandes motores americanos; nos perderemos por las estrechas sendas inglesas rastreando la elegancia de sus deportivos; apuraremos la frenada en las curvas del Rally de Montecarlo e, incluso, nos llenaremos de polvo en algún garaje rescatando joyas perdidas.

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