Aunque hasta ahora el tiempo ha respetado bastante a los participantes durante sus trayectos en esta octava TraveSEAT, esta penúltima jornada de viaje ha estado marcada principalmente por la lluvia. Los coches han amanecido en el aparcamiento del Museo de Fernando Alonso cubiertos de agua, aunque cuando los 600 han abandonado el recinto no estaba lloviendo.
A sido al poco tiempo de emprender la ruta que han comenzado las precipitaciones, aunque éstas no han sido excesivamente copiosas y permitían una buena visibilidad que puntualmente se veían interrumpidas por pequeños bancos de niebla. Eso sí, las carreteras nacionales por las que han circulado los coches han sido de nuevo un verdadero espectáculo ya que pasaba por bosques, y en ocasiones el recorrido era en paralelo con el Mar Cantábrico.
A diferencia de otros días la parada que se ha realizado a mitad de camino no era con fines turísticos, pues en esta ocasión el alto en el camino ha sido en una amplia gasolinera en el ecuador de la ruta para repostar los vehículos y que sus propietarios estirasen un poco las piernas o tomasen un pequeño almuerzo si ellos lo deseaban.
La buena noticia del día es que apenas ha habido que subsanar averías durante este viaje de casi doscientos kilómetros, pues el problema más común ha sido la reparación o revisión del sistema de limpiaparabrisas del SEAT 600, un elemento al que muchos propietarios apenas prestan atención ya que en raras ocasiones estos vehículos salen a pasear con condiciones climáticas desfavorables.
Finalmente, y coincidiendo con el cese de las precipitaciones, sobre las dos de la tarde el centenar de automóviles ha cruzado la frontera con Galicia para hacer una parada en la Plaza de España de Ribadeo, donde los coches permanecerán aparcados hasta el sábado por la mañana, cuando pongan como destino final La Coruña como la etapa que concluye esta bonita aventura que con razón se repite cada año.
Imágenes: Javier Ramiro