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Triumph Acclaim, una colaboración con Honda para intentar salvar la marca

En uno de los peores momentos para la industria del automóvil inglesa, Triumph, inmersa en el desastre que fue British Leyland, trató de salvar su compañía lanzando el Acclaim, un nuevo modelo basado en un coche de Honda.

La historia del Triumph Acclaim ayuda a comprender mejor cómo fue el rápido declive que sufrió la industria del automóvil británico, y las numerosas empresas que comenzaron a desaparecer desde los años setenta. 

ANTECEDENTES: BRITISH LEYLAND 

Triumph era una de las marcas más veteranas de Reino Unido, con su fecha de fundación siendo 1885, aunque no comenzarían a fabricar motocicletas hasta principios del siglo XX, y sus primeros automóviles llegarían con el fin de la Primera Guerra Mundial. 

Sus coches eran de gran calidad y eran especialmente lujosos, y sus deportivos descapotables TR fueron su producto estrella, que lograron trasladar el éxito comercial más allá del territorio británico, con modelos que tenían una especial popularidad en países como Estados Unidos. 

En 1960 la compañía Triumph-Standard es comprada por otra compañía fundada en 1896, Leyland, y se crea Leyland Motor Corporation, un grupo industrial en el que había marcas tan populares como Rover. 

Un gigante en el sector del automóvil surgió en 1968 con British Leyland, que surge al combinar la ya mencionada Leyland Motor Corporation y British Motor Holdings, dando como resultado el mayor conglomerado industrial de Reino Unido y al que se incorporaban marcas como Jaguar, MG, Austin y Morris.

Una de las primeras decisiones tomadas desde British Leyland fue la de eliminar marcas de menor popularidad como Riley y Wolseley. Se creó una división con las marcas más lujosas del grupo; Jaguar, Rover y Triumph, pero las dos primeras eran mucho más rentables. 

Los años setenta fueron una época complicada para los fabricantes de automóviles ingleses, con numerosas huelgas en el sector y crecientes problemas de calidad en los nuevos modelos. Triumph y Morris eran dos de las marcas que estaban destinadas a desaparecer, el caro desarrollo del Rover SD1 significó que no había presupuesto para desarrollar una berlina de pequeño tamaño que tenía que sustituir al anticuado Triumph Dolomite.

Triumph TR7.

Por otra parte, está la historia del TR7, el que fue el último deportivo de la marca, presentado en 1975 y fabricado hasta 1981, fue relativamente popular, pero era un coche plagado de problemas. Los problemas también se vieron reflejados en su producción, fabricándose en tres fábricas distintas. 

ACCLAIM, LA OPORTUNIDAD JAPONESA 

Con el Dolomite y el TR7 cesando su producción cesando en 1980 y 1981 respectivamente, Triumph no contaba con ningún modelo de cara a la nueva década de los ochenta. El año 1981 fue también el último de British Leyland, con Jaguar convirtiéndose en un fabricante independiente por un tiempo, y las marcas restantes reagrupándose en el grupo Austin-Rover. 

Mientras que marcas como Austin recibían pequeñas actualizaciones como ocurrió con el Austin Maxi al final de su vida comercial mientras se preparaba la llegada de nuevos modelos como el Maestro y Montego, Triumph no recibió ninguna novedad, ni tenía presentado desarrollar ningún coche nuevo. 

Desde 1978 se empezó a hablar con Honda para producir uno de sus coches como sustituto al Dolomite. El vehículo elegido fue el Honda Ballade, un modelo que no se comercializaba en Europa, y que era una versión de tres volúmenes del Honda Civic de segunda generación vendida como Triumph Acclaim.

El coche montaba un motor de origen Honda de 1.335 centímetros cúbicos de cuatro cilindros y situado de manera transversal. Desarrollaba 70 CV, más que la versión japonesa debido al uso de dos carburadores Keihin. 

En cuanto al interior era distinto al de su homólogo nipón, con unos asientos heredados del Morris Ital. Además, se podía equipar con un cambio de cinco marchas o una caja automática de tres velocidades.

El Acclaim resultó una oportunidad de oro para Japón, que hasta entonces apenas fabricaba coches en Europa, del que se hicieron 133.625 unidades hasta 1984, poniendo punto y final a la historia de Triumph que había comenzado 99 años antes. 

La razón por la que cesó su producción fue la presentación de una nueva generación del Ballade, que se planteó en fabricar para Triumph, pero esto no sucedió, optando en su lugar por Rover, que llevó a cabo su fabricación con la Serie 200, iniciando una colaboración que marcaría los años finales de la marca del barco vikingo.

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Escrito por Javillac

Esto de los coches le viene a uno desde niño. Cuando otros críos preferían la bicicleta o el balón yo me quedaba con los cochecitos de juguete.
Recuerdo aún como si fuese ayer un día en el que nos adelantó un 1500 negro por la A2, o la primera vez que vi un Citroën DS aparcado en la calle, los paragolpes cromados siempre me han gustado.

En general me gustan las cosas anteriores a la época en la que yo nací (hay quien dice que estoy reencarnado), y en el top de esa lista están los coches, que junto a la música, hacen la combinación ideal para un rato perfecto: conducción y una banda sonora acorde al coche correspondiente.

En cuanto automóviles me gustan los clásicos de cualquier nacionalidad y época, pero como mi debilidad están los coches americanos de los 50, con sus exageradas formas y dimensiones, razón por la que mucha gente me conoce como "Javillac".

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