Miguel Sánchez
Tras Peeble Beach y las carreras en Laguna Seca hoy vamos con la última entrega relativa a la Semana del Motor en Monterrey. Una entrega para la cual hemos escogido vehículos muy diversos. Aunque todos ellos presentes en varias de las concentraciones temáticas celebradas en aquella zona de California durante el pasado mes de agosto. Sin duda una pluralidad muy interesante, la cual está asentándose como una alternativa más abierta que el tradicional formato basado en un único gran salón o concurso de elegancia. Dicho esto, lo mejor será ir directos a hablar de clásicos. Así las cosas, ¿por qué no empezar con el llamativo de todos?
Y es que un Pegaso Z-102 siempre llama la atención. Más aún si se le atisba en un evento plagado de unidades Ferrari, Maserati y Alfa Romeo denominado Concorso Italiano. Algo que no se debe a ninguna falta de conocimiento por parte de los organizadores, sino a una simple manga ancha a la hora de establecer criterios relativos a la inscripción. Y es que, al fin y al cabo, esta unidad es una BT PO según la denominación de la propia fábrica. Es decir, una Berlinetta Panorámica carrozada por la milanesa Touring en 1955. De esta manera, aún siendo un automóvil español gracias a las patentes de Wifredo Ricart y el Instituto Nacional de Industria, no cabe duda sobre lo italiano de sus líneas.
Cargado de estilo GT y una zaga que bien puede recordar a la de un Aston Martin DB5, este Pegaso Z-102 luce un parabrisas de forma envolvente por el cual recibe el apelativo de Panorámica. Además, como viene a ser habitual en la compleja genealogía de los Pegaso, esta unidad también cuenta con sus pequeñas curiosidades. Presentada en los salones de París y Turín durante 1956, salió de la ENASA siendo un Z-102 de segunda serie. Tras esto, quedó en préstamo por unos meses a Romero Requejo. Piloto, director de la revista Motor Mundial y propietario de una Berlinetta ENASA que incluso llegó a probar el propio Fangio en la madrileña Puerta de Hierro.
Devuelta a fábrica en la primavera de 1957, esta unidad experimentó una severa puesta a punto antes de ser definitivamente vendida en 1958. Año en el que se matriculó en Bizkaia con la placa BI-40126. La misma que conserva hoy en día, haciendo tan llamativo ver a un automóvil bilbaíno rodando bajo el sol de California. Además, a modo de dato curioso cabe reseñar cómo durante aquella actualización antes de su venta se renombró de Z102B a Z-103. Un cambio necesario para atender al requerimiento de denominar así a las unidades producidas a partir de 1956. En fin, parte del encanto desprendido por los Pegaso viene por estas cuestiones tan apreciadas entre los aficionados con vocación detectivesca.
MUESTRA FERRARI CLASSICHE EN MONTERREY, ALTA GAMA DE LA COMPETICIÓN
Con el Pegaso bilbaíno aún en mente pasamos a lo más destacado en la muestra organizada por Ferrari Classiche. Sin duda una de las mejores reuniones vistas en la Semana del Motor de Monterrey, mostrando vehículos que también estuvieron presentes en Pebble Beach. Así las cosas, resulta difícil no verse atrapado por el 166 Inter Sport de 1948. Uno de los Ferrari más polivantes en la historia de la marca. Y no, no es que pensemos que a este modelo de carreras se le pueda dar el uso práctico de un 330 GT 2+2.
Sin embargo, sí es cierto que dentro del catálogo de competición exhibido por la marca éste fue uno de los modelos más versátiles. Al fin y al cabo, gracias a lo desmontable de sus luces, asientos y guardabarros el 166 Inter Sport podía inscribirse en multitud de carreras internacionales. De esta manera, se posicionaba en un punto medio a caballo entre las carreras de modelos turismo y las de monoplazas. Todo ello con un V12 de dos litros evolucionado a partir del bloque de litro y medio diseñado por Gioacchino Colombo para el 125 del año anterior. Fantástico.
Yendo a la siempre interesante década de los sesenta, resaltaba un Dino 206S de 1966. Concebido como un hermano pequeño para el 330 P3 lanzado ese mismo año, este modelo perfecto para las carreras de dos litros cuenta con el típico V6 montado en esta submarca de Maranello. Submarca que, con el tiempo, se ha ganado estar entre el resto de modelos Ferrari sin complejo alguno. Más aún cuando hablamos de casos como el 206S, dotado de una más que interesante historia en competición logrando el segundo puesto en la Targa-Florio de 1966. Además, en casos como el de la unidad aquí expuesta la mitomanía asciende al ver el nombre de Scuderia Filipinetti. La icónica escudería suiza por donde pasaron Jim Clark, Phill Hill o Nino Vaccarella.
MIRANDO AL OTRO LADO DEL PACÍFICO
Quizás sea por ese complejo de hermano pequeño que acabamos de nombrar con los Dino, pero lo cierto es que los coches en escala reducida parecen estar en segundo plano dentro no pocas concentraciones. Llegados a este punto, no es de extrañar que los aficionados a los mismos organicen sus propios eventos temáticos. Uno de ellos es el Little Car Show. Posiblemente una de las citas más encantadoras en la Semana del Motor en Monterrey, pudiendo atisbar todo tipo de Kei-Cars, minicoches, pequeños descapotables basados en utilitarios como el DKW 1000S Sanderklass o roadster británicos.
De hecho, hablando de roadster británicos seguramente hayáis escuchado algo que se suele decir no pocas veces en el Reino Unido. Y es que, queriendo hacer un buen descapotable biplaza y popular, Mazda diseño el mejor roadster británico al presentar sus Miata. Una afirmación a la que los hechos parecen dar la razón. Especialmente cuando se percibe la enorme abundancia de MX5 vista en las sinuosas carreteras inglesas. No obstante, lo cierto es que las cosas no surgen de la nada. De hecho, diversas marcas japonesas venían asentando una prolífica tradición de pequeños biplazas desde los años sesenta.
Una de las primeras en ese sentido fue Honda. La cual empezó a ensayar con el prototipo S360 de 1962 la idea de lanzar un pequeño roadster tan económico como sencillo y divertido de conducir. De ahí se saltó a la producción en serie del S500, dotado de un bloque con cuatro cilindros en línea y 531cc. Punto de partida para la saga de los S600 y S800. Ejemplos deliciosos sobre lo que significa el placer de hilvanar curvas a capota abierta sin demasiadas pretensiones deportivas. Obviamente, un coche que merece sobradamente su presencia en eventos como éste.
De todos modos, si lo que se desea es ver algo realmente escaso la muestra Infiniti – organizada por la propia Nissan – exhibió una verdadera rareza. Ni más ni menos que uno de los alrededor de cien Autech Zagato Stelvio producidos en 1989. Pensado como un modelo exclusivo para el mercado japonés, fue fruto de la asociación entre Autech – subsidiario de Nissan para la personalización de automóviles – y el carrocero Zagato. Realizado sobre la base de un Nissan Leopard, su diseño no parece del todo perfilado. Algo que, con el tiempo, le ha dado un extraño encanto a pesar de haber sido un verdadero desastre en su momento. En fin, una polémica rareza con la que poner el broche a este repaso de lo que fue la última Semana del Motor en Monterrey.
Fotografías: Unai Ona
