A finales de los años sesenta, Gordon Murray acababa de obtener su título en ingeniería mecánica tras su paso por el Natal Technical College de Durban. Así las cosas, sus primeros pasos en competición se produjeron justo en aquellos momentos estrenando el llamado IGM-Ford. Muy similar al Lotus Seven, en este vehículo ya se veía una preocupación sincera por la relación peso/potencia o la efectividad de un centro de gravedad lo más bajo posible.
Con todo ello, no es de extrañar que aquel joven licenciado se mudase a Inglaterra con la esperanza de ser un empleado a las órdenes de Colin Chapman. Sin embargo, la suerte lo hizo recaer en Brabham. Creada por Jack Brabham en 1960 tras sus éxitos a bordo del revolucionario Cooper T51 con motor central-trasero, esta escudería estaba llamada a protagonizar la consolidación de la ingeniería británica en la F1.
Es más, su forma de concebir el diseño automovilístico partía de los mismos presupuestos interpretados por Lotus, Cooper y posteriormente McLaren. Es decir, adelantar al potencial de las mecánicas italianas a base de un trabajo innovador y eficiente en materia de peso, chasis y aerodinámica.
Llegados a este punto, Gordon Murray casó desde el primer momento con aquel ambiente iniciando así una de las carreras más fulgurantes en toda la historia de la categoría reina. Para empezar, su creatividad puede verse en planteamientos tan osados como el del BT46B. Caracterizado por su inmenso ventilador trasero, aquí se llevó hasta las últimas consecuencias la reducción del aire en los bajos del coche a fin de aumentar la adherencia al suelo.
Asimismo, gracias al pilotaje de Nelson Piquet sus BT49 y BT52 lograron llegar a la cima de la F1. Tras esto, su paso por McLaren tuvo un magnifico resultado al intervenir en la puesta a punto del MP4/2. Uno de los monoplazas clave en las carreras de Ayrton Senna y Alain Prost. Cosechando 15 de los 16 GP celebrados en la temporada de 1988. Y vaya, por si todo esto fuera poco a Gordon Murray también se le puede seguir la pista fuera de los circuitos con automóviles de serie como el McLaren F1.
En suma, una de las biografías más apasionantes en relación a los diseños de competición. Ahora, dicho esto resulta lógico verse asaltado por una duda algo frívola: ¿qué modelo es el usado en el día a día por alguien así? Bueno, en este sentido lo cierto es que la respuesta es plural. Es más, en diversas entrevistas concedidas a medios británicos Gordon Murray da muestras sobre saber escoger el modelo adecuado para cada situación.
Sin embargo, lo cierto es que en su colección personal destacan los vehículos definidos por un peso ligero junto a un tamaño escueto. Algo que nos lleva a sacar una conclusión relacionada con sus propios orígenes. Y es que, por lo que se ve, este ingeniero nunca ha abandonado las mismas ideas que lo sedujeron ya en los años sesenta. Aquellas que, con hombres como Frank Costin o Colin Chapman a la cabeza, fueron definiendo la esencia de Lotus Cars.
ALFA ROMEO JUNIOR Z, UN CLÁSICO PARA EL DÍA A DÍA
En el Reino Unido la afición a los clásicos no sólo se vive los fines de semana. Lejos de ello, en aquel territorio cuentan con una amplia tradición respecto a los llamados “daily classic”. Es decir, vehículos históricos capaces de servir en el día a día, mezclando la practicidad con el disfrute que da todo vehículo fuera de la norma actual. Así las cosas, no es raro contemplar un Rover P5 o incluso un Reliant Robin estacionado en el aparcamiento de un supermercado o colegio.
Con todo ello, no resulta sorprendente comprobar cómo uno de los vehículos usados por Gordon Murray en sus desplazamientos cotidianos es un Alfa Romeo Junior Z. Lanzado en 1970, bajo su capó se esconde un motor Twin Spark con 1.290 centímetros cúbicos y 103CV a 6.000 revoluciones por minuto. La misma mecánica incorporada en el GT Junior 1300 aunque, en este caso, bendecida por las líneas futuristas y la ligereza mejorada de su carrocería firmada por Zagato. Gracias a ello, el peso de esta máquina era de 970 kilos. Todo ello con tan sólo unos cuatro metros de largo, siendo por tanto un vehículo especialmente práctico en el tráfico urbano.
Además, su mezcla de manejabilidad, suavidad y carácter deportivo hacían de él una opción perfecta para combinar usos. Mezclando su conducción en viajes largos con el disfrute ocasional a lo largo de tramos de montaña. En fin, no hay duda sobre cómo Alfa Romeo logró todo un acierto gracias al Junior Z. Un verdadero multiusos que, además, luce uno de los mejores diseños aplicados por Zagato a un modelo de serie.
Sin embargo, a pesar de ser un automóvil realmente equilibrado y conseguido ha pasado más de medio siglo desde su puesta en escena. De esta manera, Gordon Murray creyó conveniente una puesta a punto del mismo respetando su definición. Llegados a este punto es cuando aparece Alfaholics. Centrada en la actualización de modelos Alfa Romeo, ésta ha elaborado algunos de los restomod más excitantes de los últimos tiempos.
En el caso del Junior Z de Gordon Murray la primera transformación a tener en cuenta fue la realizada en el motor. Fundido en aluminio al igual que su culata, el bloque con cuatro cilindros es ahora capaz de entregar 230CV a 7.000 revoluciones por minuto. Todo ello junto a un sistema de refrigeración hecho a medida en exclusiva para esta unidad. Respecto a la caja de cambios, ésta también se ha renovado por completo, contando con relaciones cerradas perfectas para una conducción precisa y deportiva.
La suspensión también es totalmente nueva. Incluyendo piezas en titanio para ahorrar así el máximo peso posible. Además, cuentan con unos amortiguadores de gas regulables a fin de preparar fácilmente una hipotética entrada a circuito. Eso sí, siempre respetando en su geometría y sensaciones los planteamientos básicos dispuestos por Alfa Romeo durante los años sesenta. Es más, incluso el interior -altamente modificado con sus nuevos asientos- va en completa consonancia al espíritu de la época.
Con todo ello, el Alfa Romeo Junior Z modificado por Alfaholics para Gordon Murray no sólo es una celebración del concepto “daily classic”, sino también una renovación respetuosa para con la génesis del modelo. Sin duda, un automóvil donde se reúnen los planteamientos que han hecho tan justamente laureado a su propietario. Siempre, eso sí, en la estela de Colin Chapman y sus Lotus de los años cincuenta, sesenta y setenta.
Fotografías: Alfaholics