Quizá la mejor manera de empezar la historia de este curioso Alfa Romeo V8 sea irse a la trayectoria de otra marca. Y es que. tras años presente en los rallyes gracias a sus Fulvia de la escudería HF, Lancia decidió apostar fuerte por la especialidad diseñando un modelo por y para la misma. Así las cosas, a comienzos de los años setenta nacía el Stratos bajo un sensacional diseño a cargo de Bertone junto a mecánicas V6 procedentes de Maranello.
Una magnífica combinación que, a la postre, desbancó rápidamente al Alpine A110 de los primeros puestos del campeonato para hacerse con el mismo tanto en 1974 como en 1975 y 1976. Bajo este ejemplo dado por Lancia, no resulta extraño entender cómo Carlo Chiti pensó seriamente en introducir a Alfa Romeo en las pistas de tierra.
De hecho, durante aquellos mismos años marcas generalistas como Ford u Opel estaban cosechando excelentes resultados gracias a sus Escort y Ascona respectivamente. Dicho sea de paso, con un más que notorio rendimiento comercial debido a la relación existente entre las versiones de competición y las unidades de serie.
Con todo ello, a finales de 1974 Autodelta realizó los primeros movimientos a fin de crear su propio equipo de rallyes desembocando en el Alfetta GT V8 3.0 del año siguiente. Destinado en exclusiva a la competición, del mismo se esperaba un desarrollo exitoso capaz de culminar con su homologación en el Grupo IV tras la producción de, al menos, 400 unidades.
ALFA ROMEO ALFETTA GT V8, EL INTENTO DE EMULAR AL STRATOS
Puestos a pensar en los rallyes, los responsables de Autodelta escogieron al Alfetta como depositario de sus ideas. De esta manera, durante la temporada de 1975 se incorporó un bloque V8 cubicado en tres litros sobre la base del popular modelo deportivo.
Y vaya, aquí empezaron los problemas ya que, lógicamente, la compatibilidad entre aquel poderoso motor y el resto de componentes -diseñados para una potencia de serie bastante más sobria- resultó imposible de conciliar. De hecho, los alrededor de 350 CV entregados por la mecánica atmosférica derivada del Montreal reventaban el eje de transmisión sino incluso los palieres u otras piezas sensibles.
Es más, a pesar de haberse realizado un importante esfuerzo -la carrocería fue rehecha en aluminio junto a diversos paneles en fibra de vidrio rematada en negro mate- la fiabilidad del GT V8 era un verdadero desastre. No por la falta de calidad ni muchísimo menos; sino por la evidente falta de equilibrio bajo la cual se ideó el planteamiento de diseño.
De hecho, en las pocas pruebas locales donde fue inscrito entre finales de 1975 y comienzos de 1976 el Alfetta GT V8 marcaba tiempos excelentes hasta que, por los motivos antes señalados, terminaba en una cuneta tras haber destrozado la transmisión. Algo que podría haberse solucionado aunque, claro está, a costa de un gran esfuerzo tanto en tiempo como en dinero.
EL ABANDONO DE LA IDEA
Iniciada a mediados de los años sesenta, la saga de los Alfa Romeo Tipo 33 buscó crear un modelo de competición con motor central capaz de hacer sombra al reciente Ferrari 250 LM. Además, desde el primer momento -cuando aún Carlo Chiti utilizaba en estos modelos el bloque con ocho cilindros- se apostó por mecánicas de cilindrada escueta junto a un ritmo de giro realmente endiablado.
Gracias a ello, Alfa Romeo logró ser dominante en la categoría reservada a los modelos con dos litros en el Mundial de Marcas. De hecho, en 1968 cosechó las tres primeras posiciones de la misma tanto en Le Mans como en Daytona. Un excelente punto de partida para pensar a lo grande y, por tanto, ambicionar la victoria absoluta. Justo el punto subyacente sobre el cual se lanzó en 1969 el Tipo 33/3. Esta vez sí, con un motor que al fin llegaba hasta los tres litros para rendir 400 CV a 9.000 rpm con tan sólo 700 kilos en conjunto.
Eso sí, la aparición de los Porsche 917 -así como la competencia demostrada por los Ford GT40 y Ferrari 512- hizo imposible la apertura de un hueco victorioso para los Alfa Romeo hasta la llegada del Tipo 33 TT12 en 1974. Equipado con un motor plano V12 con 48 válvulas, éste era capaz de llegar hasta los 500 CV a 11.500 rpm.
Un automóvil sensacional, el cual dominó completamente el Mundial de Marcas durante 1975 haciéndose con una victoria sin paliativos gracias al pilotaje de iconos como Arturo Merzario, Henri Pescarolo o Derek Bell. Una buena antesala incluso para pensar en la F1, a la cual de hecho Alfa Romeo llegó a exportar este motor aliándose con el equipo Brabham.
En suma, al comienzo de 1976 la casa italiana tenía todo su dinero y atención sobre las últimas y exitosas evoluciones del Tipo 33 así como un esperanzador regreso a la categoría reina del automovilismo. Resultado de ello, lógicamente, fue apartar sin contemplaciones el proyecto del Alfetta GT V8 para los rallyes.
UN EPÍLOGO ALEMÁN CON EL MOTOR DEL ALFA ROMEO MONTREAL
Acuciado por la difícil competencia ante los Porsche de seis cilindros, el importador de Alfa Romeo en Alemania Horst Reiff decidió plantear en 1977 la posibilidad de un Alfetta con el V8 de 2.6 litros montado en el Montreal.
En resumidas cuentas, un concepto extremadamente llamativo al tiempo que resultaba creíble a la hora de llegar a serie siempre y cuando la mecánica se conciliara en su desempeñó con el aguante de la transmisión.
No muy convencida, Alfa Romeo denegó la posibilidad de fabricarlo en sus instalaciones aunque, al mismo tiempo, permitió a Horst Reiff hacerlo por su cuenta y riesgo en Alemania. Eso sí, dado lo periférico del proyecto para con la dirección italiana de su producción no han quedado registros en los archivos de Alfa Romeo.
Llegados a este punto, de aquel Alfetta V8 con motor 2.6 -seguramente con una horquilla situada entre los 200 y 230 CV- sólo se fabricaron unas pocas unidades. Algo seguro pues hemos podido encontrar pruebas del mismo en hemerotecas digitales radicadas en Alemania aunque, en estas mismas, también resulta sencillo comprobar cómo el taller donde se ensamblaban quebró al poco tiempo.
Resultado de ello es que, según las fuente, no llegaron a producirse más de dos decenas o, incluso, tan sólo dos. Toda una rareza en la historia de la casa italiana.
Imágenes: Centro Documentazione Alfa Romeo