Conjugar las palabras del título de este artículo no es nada fácil, esto lo sabemos todos los que tenemos niños. Por un lado no es fácil viajar con ellos: mayor equipaje, hay que llevar «otro ritmo», y hay que pensar en actividades que no conviertan las vacaciones en un total aburrimiento para ellos y por ende en una pesadilla para nosotros. Además está nuestra afición, que debemos intentar fomentar entre los más pequeños.
Durante el transcurso de la pasada feria de clásicos Stuttgart, celebrada en abril, llegamos a la ciudad alemana en avión vía Frankfurt. Desde allí cogimos un coche de alquiler parando a comer a 100 km del aeropuerto y a unos 75 de la feria. Casualmente nos detuvimos justo en frente del Auto & Technik MUSEUM de Sinsheim y vimos el Concorde y el Tupolev TU-144 desde lejos… Ambos quedaron fijados en la mente de todos los que íbamos en el coche para la posteridad.
La feria Retro Classics fue una autentica pasada y el domingo, como no podía ser de otra manera, encontramos un hueco de dos horas para parar en el museo. Pensábamos que se limitaría a unos cuantos aviones curiosos, lo que sin duda fue un error de cálculo ya que dos horas después nos dábamos cuenta que al menos nos haría falta un día, o dos, teniendo en cuenta que a 30 Km se encontraba un segundo museo de la técnica -en realidad una enorme ampliación del primero-, con mas cosas interesantes que ver.
Mientras volvía en el avión revisaba la información viendo que, además de de un contenido en clásicos de primer nivel, ambas instituciones incluían grandes zonas lúdicas infantiles con toboganes gigantes, areneros, columpios, coches eléctricos, etc. Por otro lado, dentro de las enormes naves había muchísimos pulsadores: delante de los coches, de los motores y demás objetos que al oprimirlos hacían funcionar diversos ingenios que atraparían irremediablemente la atención de los peques.
Planificación y presupuesto
Hace dos semanas me di cuenta de que se aproximaba uno de esos fines de semana «largos» de otoño, así que casi de inmediato le empecé a dar vueltas al tema de la visita a los museos; además mi cuñada me había hablado de Legoland Deutschland, de manera que si centraba el hotel en Stuttgart no sería complicado hacerlo todo. Finalmente, y tras mirar un poco los vuelos, vi que la mejor combinación la ofrecía Aireuropa. En síntesis, el planing quedaba así:
[su_spoiler title=»VIERNES» style=»fancy»]
♦ Salida de vuelo a las 6:30 horas, llegada 10:00
♦ Coche de alquiler: 10:45
♦ Llegada al museo Sinsheim: 11:45
♦ Visita, comida, juegos, hasta las 18:00
♦ Hotel Stuttgart: 19:00
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[su_spoiler title=»SÁBADO» style=»fancy»]
♦ Desayuno a las 8:30 horas
♦ Llegada a Legoland: 10:00
♦ Legoland hasta las 18:00
♦ Hotel Stuttgart: 19:00
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[su_spoiler title=»DOMINGO» style=»fancy»]
♦ Desayuno: 8:30 horas
♦ Llegada a Speyer 10:00
♦ Visita museo hasta las 15:00
♦ Aeropuerto Frankfurt: 16:00
♦ Salida a Madrid a las 18:30
♦ Llegada a las 21:00
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El presupuesto final real por unidad familiar -en nuestro caso 2 adultos y un niño de 4 años- fue de menos de 1.000 euros divididos en vuelos (135×3=405), hotel con desayuno (203), coche (parte proporcional, 150), entradas (125), comidas (100) y gasolina (40). Luego está lo que sean capaces de sacar los peques, ustedes ya me entienden.
Seguro que muchos opinan que por ese dinero se van a Canarias una semana; ahora bien, si sois de los que queréis ver mundo, conocer la cultura técnica alemana y FORMAR a vuestros hijos en algo diferente del sol, playa y cervezas, esta podría ser una buena idea.
Como datos importantes del viaje diré que los vuelos se sacaron vía un conocido portal de internet y que el coche fue una furgoneta Mercedes de 7 plazas con seguro a todo riesgo sin franquicias (mucho ojo a esto último, es mas que recomendable con vehículos así de grandes). El hotel se escogió mediante el mismo portal y, algo muy importante, las entradas de Legoland, incluyendo el parking, también fueron compradas online.
Respecto a esto último, os acogeréis a alguna oferta y además de salir mas barato, os ahorrareis tiempo y dinero. Las entradas de los otros dos museos se pueden sacar in situ, ya que no suele haber grandes aglomeraciones y no hay a día de hoy descuentos importantes que justifiquen sacarlas previamente.
Comienza la aventura
Nuestros peques se despertaron pronto ante la emoción de coger el avión. Una vez dentro pensaba que, como otras veces, caerían dormidos los dos… lo cual se reveló como otro error de cálculo, todo el viaje sin perder detalle y armando follón; «son niños» tenía que repetirme una y otra vez. Aeropuerto, coche de alquiler, 100 kilómetros y «a jugarrrr».
El Auto & Technik MUSEUM de Sinsheim
Nada mas llegar vieron un enorme tobogán de mas de 10 metros de altura, que bajaba desde un avión de pasajeros ruso. Allí se estuvieron desfogando una hora hasta que nos fuimos a comer. A las 13:30 entrábamos en la primera gran nave del museo, donde los clásicos americanos nos daban la bienvenida: Cadillac, Corvette 56, Belair, entre otros. Al fondo, un par de sueños en forma de Mercedes 770 y 540k, junto a otra maquinaria germana de alto nivel.
Esta primera nave corresponde al lugar donde se ubican las taquillas y el cine 3D, que puede ser interesante si se tiene suficiente tiempo para ello. El gran edifico está dedicado en más de un 75% a material bélico de la II Guerra Mundial, sin duda un poco denso para los niños si bien es siempre interesante explicarles desde pequeñitos lo que es cada cosa, desde un Panzer hasta un Stuka pasando por una antigua aeronave que lucía el escudo de Stuttgart que muchos reconocerán por las dos marcas de deportivos que lo llevan en sus capós.
También podemos disfrutar viendo como se mueven los elementos mecánicos de una locomotora, o con un peculiar y grandísimo artilugio que toca música solito, pero música de verdad, con instrumentos de viento y cuerda accionados mediante sistemas mecánicos automáticos que probablemente os encantarán.
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Motores, trajes, uniformes, proyectiles y armamento harán que, si los peques aguantan, tardemos entre una y dos horas en verlo todo; si las mamas son comprensivas y nos dejan un rato solos, lo cierto es que estaremos allí hasta que nos suenen los oídos.
La segunda nave es más grande que la primera. En su techo hay varios «aparatos» que se pueden visitar: Junkers JU51-3M, Concorde, Tupolev 144, entre otros; mientras que en la planta baja se sirve el «caviar» para los amantes de los clásicos. Nuestros enanos se lo pasarán en grande bajando por el tobogán gigante que desciende desde uno de los aviones del techo, viendo como se mueve un Robot KUKA, disfrutando del movimiento de otra locomotora…
También podemos ver piezas espectaculares de Bugatti, Ferrari, Rolls-Royce y, como hemos dicho, Mercedes. Entre los ejemplares de la marca alemana destacan un 770 K ó un espectacular 500 G4 similar al que tiene patrimonio, que mucha gente afirma que es único -y no les falta razón-, pero no porque sea el único Mercedes de 3 ejes que sobrevive, sino porque es uno de los 3 o 4 540 G4 que salieron de la cadena de montaje. En total Mercedes fabrico 73 vehículos con esta configuración entre 1933-1939, la mayoría 500 G4 destinados a generales y 3 o 4 unidades de 540 G4, con el chasis ligeramente alargado y motor potenciado.
La unidad expuesta, según reza el cartel del museo, fue utilizada por los lideres nazis durante la ocupación de Checoslovaquia y Austria, siendo usada después de la guerra como vehículo contraincendios. Podemos disfrutar viendo en una gran pantalla un video del vehículo en movimiento por la campiña cercana, siendo conducido sin ningún tipo de compasión.
A las seis de la tarde cerraban el museo, y la verdad es que los mayores ya estábamos exhaustos. Setenta y cinco kilómetros después llegábamos a nuestro hotel en Stuttgart, un dos estrellas de una conocida cadena hotelera que fue más que suficiente para pernoctar esa noche y la siguiente por poco más de 200 euros desayuno incluido.