Legoland Deutschland
El sábado madrugamos un poco, a las 8:30 nos dábamos cita los integrantes del viaje -grandes y pequeños- en la sala de desayunos del hotel. Tras un desayuno a la europea, salíamos a las 9:00 rumbo Legoland. Furgo, GPS y una hora después llegábamos al parking del recinto; todo muy alemán, perfectamente indicado y organizado.
Como ya traíamos los deberes hechos íbamos con los tickets en la mano y tan solo tuvimos que enseñarlos para entrar. Dado lo duro que suele ser para los más peques este tipo de parques, esta vez llevamos con nosotros los carritos, ya saben, por si necesitaban reponer fuerzas.
Lo primero que hicimos fue ver la zona central, en la cual hay situadas diversas reproducciones de ciudades (¡!). Simplemente es increíble, puedes ver Venecia, Berlín, Hamburgo o el castillo de Fussen… o también temas típicos de LEGO como La Guerra de las Galaxias. Todo con coches, camiones, barcos, aviones y figuritas de la marca que deambulan por los escenarios. Algo de lo mas entretenido, te puedes tirar allí horas y horas pero por fortuna los niños no tienen tanta paciencia y pasada una hora ya querían ir a subirse en las atracciones, cosa que por supuesto hicimos.
Legoland es semejante a otros parques que podemos encontrar en nuestra piel de toro; es más, es incluso pequeño, si bien merece la pena ir simplemente por lo que se ve a la entrada y porque, en definitiva, los críos se lo pasan a lo grande. Por mi parte diré que me subí junto con mi hermano en una atracción que consiste en sentarse a bordo de un Robot KUKA de los gordotes para que te meneé. Fue una experiencia fantástica.
A las 17:30 hacía ya bastante frío y el peque estaba derrotado, durmiendo en la silla; mi mujer y yo nos dimos un respiro e hicimos un break en uno de los cafés, donde pudimos degustar un magnifico y caliente capuchino con una tarta local bastante buena. La tarde-noche termino a las diez, con una cena genial en uno de los restaurantes del centro de Stuttgart.
Auto & Technik MUSEUM Speyer
La mañana siguiente comenzó como la del sábado, aunque esta vez nuestro destino era Frankfurt Airport con parada intermedia en el Museo de Speyer. De nuevo llegábamos bien de hora, eran las 10:15 y acababan de abrir. La primera impresión al entrar a la nave de acceso es que allí está todo un poco más desordenado, con menos coherencia que en el Museo de Sinsheim.
Te dan la bienvenida varios preguerras alemanes, un triplano de la I Guerra Mundial colgado de la pared, una locomotora. Allí se mezclan todo tipo de clásicos, alemanes en su mayoría, junto con algunas curiosas maquinas de guerra como dos mini-submarinos o un torpedo suicida. También hay una buena colección de camiones de bomberos y un par de bonitas maquetas de tren; como coches clásicos increíbles, hay unos cuantos…
La salida de esta nave nos sitúa en una enorme zona al aire libre donde podremos disfrutar contemplando un F-15, un F-18 o subiéndonos a un Boing 747 y desciendo por un gigantesco tobogán que sin duda hará las delicias de los niños además de cansarlos un poco, que ya toca.
Luego también está el Antonov de carga, helicópteros, un buque de salvamento (SAR) o a un submarino alemán de los 80-90, a cuyos respectivos interiores también es posible acceder. Sí, leen bien, pueden entrar en un autentico submarino y ver lo “fácil” que debe ser la vida a bordo. Al lado de los barcos hay un pequeño museo marítimo con alguna curiosidad de lo más interesante.
Se acercaba peligrosamente la hora teutona de comer (12:30-13:00) y aún no habíamos visto la atracción central del museo, el transbordador espacial ruso Burán. Así pues, decidimos por unanimidad terminar de visitar el museo para poner rumbo al aeropuerto y comer allí; eso sí, dando a nuestros hijos un almuerzo intermedio que llevaban preparado nuestras inteligentes mujeres.
Desde la explanada anterior se da acceso al Edificio del Espacio. Sencillamente de magnifico se puede calificar aquello, no por la cantidad de artilugios que hay allí sino por la claridad, espaciosidad, correcta presentación y explicación de cada pieza. Según entramos lo primero que vemos es el enorme Burán. “Parece de LEGO” comenta mi mujer al entrar, y es que ciertamente los “Bricks” cerámicos que sirven de escudo térmico le dan ese peculiar aspecto.
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Rumbo al espacio exterior
En la zona derecha de la nave, información y reproducciones de la Estación Espacial Internacional, varios satélites, capsulas rusas y europeas, trajes y peculiaridades de la vida a bordo. En la zona trasera izquierda hay una reproducción escala 1:1 de una misión Apolo a la luna, posiblemente la 15 o 16, en las que se empleo el vehículo lunar “Rover”. Muy interesante y constructivo, además de ser algo que marcará a nuestros hijos y nos dará pie para meterles en sus cabecitas nuevas inquietudes.
Debajo del legoso Burán, ni más ni menos que un espectacular mercedes 500 K Erdmann-Rossi de 1936, todo un sueño. Por el lado izquierdo una fantástica colección de Rolls de preguerra y entre 10 y 20 motos Münch en un mini-museo dedicado a esta marca alemana que creó el genial Friedl Münch, quien falleció este año y que se hizo famosa por creaciones como la Mammouth 4, increíble moto con motor de 1200 procedente del NSU TTS.
Para los moteros la muestra continúa en un par de corredores situados en las plantas superiores, donde se pueden admirar diferentes máquinas de competición, en su mayoría de los años 60-70-80-90, y también una nutrida exposición de motores de motocicleta.
Sin tiempo para mucho más, a las 14:30 salíamos de Speyer para llegar a Frankfurt Airport una hora después. Comida según horario Español a las 16:00… es la ventaja de ir a un gran aeropuerto, que comes a la hora que te apetece. Finalmente, a esperar un par de horitas al embarque, momento que es aprovechado por nuestras sufridas esposas para realizar algunas compras, sin duda necesarias, y para que nosotros disfrutásemos viendo en compañía de nuestros peques los enormes A-380.