Durante los años treinta BMW una de sus épocas más trepidantes. Aupada por el magnífico desarrollo de sus motocicletas capaces de competir con las creaciones británicas, la marca también profundizó en la fabricación de automóviles gracias a la presentación en 1933 del motor M78. Caracterizado por sus seis cilindros en línea, su diseño y rendimiento propiciaron una nueva era para la marca alemana pudiendo al fin adquirir cotas deportivas. De hecho, tan sólo tres años más tarde llegó la aparición del icónico 328.
Considerado uno de los modelos de carreras más influyentes de todos los tiempos, éste incluía avances tan notorios como el chasis tubular o las cámaras de combustión hemisféricas. Además, su escaso peso permitió la incorporación de unos nuevos amortiguadores con mejor comportamiento y agarre en las curvas. Con todo ello, este BMW fue uno de los dominadores en la categoría de los dos litros durante los años previos a la Segunda Guerra Mundial, cosechando éxitos entre los que destaca la Mille Miglia de 1940.
No obstante, la llegada de la contienda quebró su potencial justo en el momento en el que más y mejores éxitos podría haber empezado a dar. Así las cosas, el 328 pasó a la historia como una referencia tan fugaz como llamativa, combinando éxitos en competición con evidentes muestras de talento en ingeniería. En fin, un historial tan breve como llamativo que, sin embargo, iba a tener un interesante epílogo en la Inglaterra posterior a 1945.
Y es que, gracias a un acuerdo firmado en 1934, la británica AFN se había convertido en importadora y ensambladora de vehículos BMW. De esta manera, más allá de los 328 creados en las factorías alemanas de BMW existe una interesante lista de unidades acabadas en el Reino Unido bajo el título comercial de Frazer Nash. Algo realmente interesante. Más aún si tenemos en cuenta cómo las relaciones diplomáticas entre Berlín y Londres habían comenzado a degradarse según aumentaba el ansia belicista de Hitler y los suyos.
Sea como fuese, lo cierto es que durante algo más de tres años fueron ensamblados diversos Frazer Nash – BMW 328 a partir de piezas importadas desde Alemania. Es más, las carrocerías solían ser de factura inglesa incorporando así, en no pocas ocasiones, diversas y muy originales variaciones locales sobre el diseño ideado por BMW. Algo, por otra parte, muy en la línea de este deportivo. El cual fue base para todo tipo de ensayos con la aerodinámica o el peso como evidencia, entre otras, su versión Kammback Coupé.
Además, en el caso de los 328 británicos una de los más llamativas es la responsable de ilustrar el presente artículo. Con su chasis y mecánica llegados desde Alemania en otoño de 1939, ésta permaneció sin ser carrozada hasta el final de la Segunda Guerra Mundial debido a la incautación del misma por las autoridades de aduana. Y es que, al fin y al cabo, el envío se hizo desgraciadamente justo en los días previos al inicio de las hostilidades bélicas.
Sin embargo, aquello no fue un hecho terminal para este 328 ya que, finalizada la guerra, fue adquirido por el piloto oficial de Frazer Nash “Dickie” Stoop. Por cierto, a la sazón antiguo piloto de la RAF a bordo de un Spitfire defendiendo el Canal de la Mancha de las incursiones nazis. Con él al volante, el 328 que podemos ver junto a estas líneas participó en las 24 Horas de Spa de 1949 logrando el doceavo puesto. Su mayor éxito en las carreras ya que, a comienzos de los años cincuenta, su dueño lo cambió por un Frazer Nash Mille Miglia. Punto en el que, hasta nuestros días, este BMW inició su andadura como vehículo de colección. Sin duda, uno de los 328 con sabor británico más interesantes.
Fotografías: RM Sotheby’s
P.D. Para leer una historia muy similar a ésta, le proponemos revisar nuestro artículo sobre el Bristol 400.