Es casi seguro, amigo lector, que en estos meses de verano te habrás topado con algún que otro atasco que habrá puesto a prueba tu paciencia. De lo que estoy convencido es que no ha tenido nada que ver con el que está considerado el mayor atasco de la historia. Ocurrió en China y, como casi todo lo que sucede en el país oriental, fue totalmente desproporcionado.
El atasco empezó el 14 de agosto de 2010 en la siempre congestionada National Highway 110. El aumento del tráfico de camiones en dirección a Beijing, sumado a unas obras que redujeron la capacidad de la vía al 50 %, fueron el caldo de cultivo para un embotellamiento como no se recuerda. A ello se sumó un volumen de vehículos que superaba en un 60 % lo que la autovía podía digerir. De esta forma, se veían más de 45 filas de coches camino de los peajes, ¡de locos!
NO FALTÓ LA PICARESCA
Así las cosas, llegó a formarse una cola de más de 100 kilómetros que no terminó de desaparecer por completo hasta pasados 12 días, es decir, el 26 de agosto. Algunos conductores no consiguieron avanzar más de un kilómetro al día, mientras otros permanecieron hasta cinco jornadas sin moverse en absoluto.
¿Y cómo sobrevivieron los pasajeros atascados? Pues gracias a los productos que les vendieron los lugareños que, lejos de apiadarse de ellos, cobraron a precio de oro elementos como el agua, los típicos fideos o el tabaco. Se cuenta que los precios se multiplicaron hasta por quince con respecto a su valor real. Incluso se montaron tiendas móviles con bicicletas.
A continuación, tenéis dos vídeos en los que se puede ver el tamaño del atasco y la enormidad de vehículos implicados. Desde luego, a mí cualquier retención que viva este verano me va a parecer una broma en comparación.