Hace muy poquito publicamos un artículo sobre Colin Chapman; el legendario fundador de Lotus siempre fue uno de los que más apostó por cuidar la ligereza y la aerodinámica tanto o más que la potencia del motor, logrando así unos espectaculares resultados en F1 gracias a balas con ruedas como el Lotus 25 o el innovador Lotus 78 dotado de “efecto suelo”. Sin embargo este fabricante no fue el único que a comienzos de los 70 se obsesionó con los flujos de aire y la relación peso/potencia: lejos de la campiña inglesa, en Múnich, los ingenieros de BMW Motorsport estaban cocinando algo.
Algo a lo que se le llegó a llamar el “batmóvil” por, entre otras modificaciones, sus apliques de carrocería y su aligeramiento. Un coche perfecto como deportivo representativo de la marca al tiempo que devorapistas en los campeonatos de turismos más exigentes.
Así nacía el que es una de las mayores leyendas del Campeonato de Europa de Turismos y verdadera piedra de toque en la historia de BMW, siendo el primer modelo salido de su división Motorsport: el 3.0 CSL -“padre” de todos los M que han venido después- que con sus casi 50 años sigue dando este impresionante recital en el Circuito de Laguna Seca pilotado por el redactor de la revista Road & Track Sam Smith en el pasado Rolex Monterey Motorsport Reunion 2018. Si te gusta el sonido motor… Esto te va a encantar.
BMW 3.0 CSL ‘BATMOVIL’: NACIDO PARA COMPETIR
BMW siempre ha sido una empresa con identidad deportiva. Desde los 328 dominadores de la Mille Miglia a finales de los años 30 hasta sus numerosas motorizaciones para la F1, la casa bávara ha lanzado multitud de modelos llenos de éxitos deportivos entre los cuales, al menos para nosotros, destaca el 3.0 CSL (1971-1975). Un vehículo ideado para ganar el Campeonato de Europa de Turismos en competencia directa con los Ford Capri. Y vaya si consiguió el objetivo… Ya que fue el vencedor en 1973, 1975, 1976, 1977 y 1978.
Y no sólo por sus victorias, ya que el 3.0 CSL fue el primer BMW salido de la división Motorsport, la cual tuvo que esforzarse a fondo para convertir al coupé de cuatro plazas CSi en la bestia que acabas de contemplar en el vídeo de Laguna Seca. Sólo así, siendo desarrollado a partir de un modelo comercial, sería admitido en los campeonatos de turismos, con su motor de 3.2 litros con seis cilindros en línea alimentado por inyección capaz de entregar 206CV en la versión homologada de 1973, llegando a superar los 400CV en unidades específicamente preparadas.
Aunque ésta no pueda parecer una enorme acumulación de potencia, lo cierto es que los ingenieros de BMW se las vieron y desearon para controlar el carácter de un coche extremadamente nervioso -el cual bajaba en 181 kilos respecto al E9 CSi-, acusado por los pilotos de ser tan rápido como difícil de controlar. Y nos lo creemos, porque aunque Sam Smith explica en el vídeo que el motivo de sus volanteos y contravolanteos reside en un error de lógística que impidió recibir unos nuevos neumáticos a tiempo… Lo cierto es que el ejercicio de pilotaje al que asistimos a bordo del 3.0 CSL es de lo más esforzado.
AERODINÁMICA PARA ENCAUZAR LA POTENCIA
La solución que los responsables de BMW Motorsport encontraron a la falta de estabilidad del coche no residió en modificar el chasis sino la carrocería, jugando con la forma en la que el viento interactúa con ella. Para este fin se dispusieron diversos apliques que dieron al 3.0 CSL su característico aspecto grandilocuente y anguloso en carrera, siendo la inspiración para que más de uno lo apodara “el batmóvil”.
Bromas aparte, lo cierto es que este kit aerodinámico fue capaz de transformar a las alrededor de 170 unidades del modelo en un ganador nato, resolviendo los problemas de agarre y estabilidad en compañía de un juego de neumáticos especialmente anchos. Así las cosas, el cóctel explosivo de aerodinámica y ligereza hizo del BMW 3.0 CSL uno de los mejores coches de competición de la historia; la mejor manera de inaugurar la mítica saga M y que, como has podido ver en el vídeo… Sigue manteniendo intacta su capacidad de fascinación.