Fotografías: Unai Ona
Con la llegada del mes de agosto y las vacaciones generalizadas las concentraciones de clásicos abundan más que en otros momentos del año. De esta manera, las distintas aficiones locales se dan cita de nuevo para alegría de quienes, como espectadores, acuden a contemplar estos improvisados museos sobre ruedas. Y es que, incluso en quedadas tan unidas a un territorio concreto como la de Villanañe, podemos encontrar no sólo variedad sino también calidad en lo expuesto.
Para empezar, los seguidores del motor más veterano pudieron encontrarse con un Renault que, posiblemente, sea el automóvil con la matrícula vitoriana más antigua. Ni más ni menos que VI-33. Toda una delicia poder comprobar detalles como la pegatina que acredita su participación en el 70 aniversario de la casa del rombo allá por 1968. En fin, un modelo tan veterano que, incluso hace más de medio siglo, ya ejercía como modelo de colección.
Siguiendo con vehículos no tan antiguos pero sí igual o incluso más espartanos llamó la atención la aparición de algunos Jeep Willys. Es más, dos de ellos representaban a la perfección la esencia militar de este todoterreno llegando a lucir incluso antenas de comunicaciones así como otros elementos propios del ejército estadounidense. Algo que habla de forma tan clara como positiva acerca del rigor histórico seguido por buena parte de la afición a los vehículos clásicos.
Asimismo, siguiendo con el tono de la robustez y el carácter práctico destacaron un Unimog -con su interesante eje pórtico como detalle para amantes de la ingeniería- así como un camión Pegaso 2223 adaptado a labores de extinción de incendios. Uno de esos que, de no ser por lo cuidado de su estado, bien merecería la pena adaptar al Dakar Classic tal y como ya ha hecho el equipo español Pegaso Team con otras unidades.
Ahora, hablando de competición no podemos dejar pasar la aparición de un viejo conocido para las páginas de esta revista. Hablamos del Trabant de Jon (Metxa). Un voluntarioso aficionado de la zona que, ni corto ni perezoso, decidió recrear una de las versiones RS del popular utilitario de la antigua RDA. Su historia os la contamos hace unos dos años y, a modo de avance, os anunciamos que seguramente su pasión por los vehículos clásicos vuelva a pasar en breve por nuestra cabecera editorial.
En fin, un trabajo de lo más interesante ya que pone en valor el recuerdo de aquel equipo de competición que, apenas sin medios, consiguió la victoria en su clase durante el Montecarlo de 1970. Respecto a otros intereses temáticos, en Villanañe llamó la atención la concentración de varios Mini en perfecto estado e, incluso, un par de VW Tipo 1 entre los que se encontraba una de las codiciadas unidades con luneta trasera partida.
Eso sí, continuando en el ámbito relativo a los automóviles con los que motorizar a la población europea el remate lo puso la aparición de un Biscúter con una apariencia realmente bien cuidada. Un excelente ejemplo de microcoche para la España de la posguerra, especialmente popular en Barcelona donde ejerció durante los años cincuenta como un paso previo al 600 en lo referente a la evolución del parque móvil.
Además, resulta imposible olvidar cómo este escueto pero efectivo vehículo es la última genialidad de Gabriel Voisin. Uno de los ingenieros más apasionantes a la hora de entender los inicios de la aeronáutica. Y vaya, por lo demás lo cierto es que la lista resulta de lo más amplia para una sencilla mañana de verano: no pocos Alfa Romeo de los años sesenta, uno de los siempre llamativos Lancia fabricados en Pamplona por SEAT, un Alpine A110… E incluso un Mercedes 190 SL. Sin duda, un descapotable tan calmado como estiloso para disfrutar de una eventual ruta alrededor de una concentración como ésta. En fin, si tienen algo así cerca de su domicilio, acudan. Siempre hay sorpresas agradables.
P.D. Celebrada ayer 12 de agosto la concentración Vehículos Clásicos Villanañe fue organizada por el Gasteizko Classic Club con apoyo del Ayuntamiento del Villanañe coincidiendo con las fiestas del lugar.