El año es 1980, y Bill Collins, una de las figuras que había ayudado a John Delorean la Delorean Motor Company, se plantea crear su propia compañía dedicada a las autocaravanas. Durante un viaje familiar ese mismo año con una GMC Motorhome nació la primera idea de lo que tenía que ser la futura caravana Vixen.
Collins adoraba aquella GMC, pero este vehículo estaba lejos de la perfección, y decidió hacer la mejor autocaravana posible. Algunos de los problemas que se buscaba solucionar era mejorar el manejo para evitar el mareo de los ocupantes, además de cargar el vehículo de la tecnología más puntera, y todo esto en unas dimensiones mesuradas, que permitiesen a la Vixen guardarse en un garaje.
COMIENZA EL DESARROLLO
Con la futura autocaravana se tenía que conseguir un consumo de combustible moderado y razonable de 9,4 litros cada cien kilómetros. El vehículo se empezó a desarrollar en el garaje de Collins para tener una referencia real del espacio que debía ocupar, iniciando su desarrollo desde el interior de la camper.
Poco tiempo después fue la hija Collins quien tuvo la idea de bautizar a la marca como Vixen. Con el fin de lograr el objetivo planteado inicialmente de un consumo mínimo, había que desarrollar una carrocería en fibra de vídeo aerodinámica a partir de las particulares formas que el garaje había marcado, pues la caravana era más ancha que alta. Tras múltiples pruebas en túneles de viento y diversas modificaciones se logró un sorprendente coeficiente aerodinámico de 0,29 cx.
Las dimensiones de la Vixen eran pequeñas en comparación con las autocaravanas coetáneas, con una longitud de poco más de 6,3 metros era más similar a una furgoneta. Pero el espacio no era un problema, pues el techo conseguía elevarse unos centímetros para maximizar la altura del interior, y la hija menor de Collins, estudiaba diseño industrial en la universidad, con su trabajo final siendo el diseño de muebles multifuncionales, y demostrando su valía diseñando un amplio baño para la caravana en un espacio muy reducido.
En cuanto al apartado mecánico se decidió situar el motor en la parte trasera del vehículo, empleando inicialmente las mismas cajas de cambios manuales del DMC Delorean. El primer prototipo montó un motor de origen Isuzu diésel de 3,3 litros, que conseguía lograr el consumo propuesto.
Sin embargo, no fue esta la mecánica elegida, porque los plazos para la producción no interesaban a ninguna de las dos empresas. Tras una visita a VM en Bolonia, Italia buscando un nuevo motor vio un bloque que los italianos fabricaban para BMW.
Pero lo más lógico para Vixen era llegar a un acuerdo directamente con BMW, algo que finalmente se logró y suministrarían motores de seis cilindros turbodiésel de 2,4 litros y 115 CV de potencia. Esto permitía que las caravanas no tuvieran que someterse a muchas de las estrictas pruebas medioambientales en Estados Unidos, al compartir mecánica con un coche que ya había sido testeado, el BMW 524 TD.
TRES MODELOS DIFERENTES Y POCAS UNIDADES VENDIDAS
Las Vixen eran espaciosas, cómodas, modernas, pero también eran bastante caras, con un precio que variaba entre los 40.000 y 53.000 dólares de la época, aunque cabe mencionar que venían equipadas con todo tipo de comodidades presentes en una casa de los años ochenta.
Entre 1986 y 1989 se fabricaron tres modelos distintos, las 21 TD y 21 XC, además de un tercero llamado 21 SE que tenía asientos para nueve ocupantes y que empleaba un V6 de 3,8 litros y 165 CV de origen General Motors.
Finalmente, fueron menos de 600 las autocaravanas Vixen que se fabricaron, siendo una auténtica rareza a día de hoy, y revalorizándose casi inmediatamente después del cese de su producción, contando con una comunidad de seguidores del modelo muy pequeña, pero muy activa, y que en muchos casos modifica el frontal de las Vixen para alojar la calandra de un BMW Serie 5 de los ochenta.
Fotografías: Vixen, Asociación de propietarios de Vixen, GM