Antes de hablaros del Volkswagen Roadster Especial de Ramón Oliver, os tengo que contar cómo lo descubrí. Porque ésta es la historia de cómo lo que en un principio hubiera sido una tarde de sábado más, acabó derivando en todo un hallazgo automovilístico de autoría española. Y me consta que no soy el único aficionado que aprovecha el visionado de películas antiguas para localizar algún que otro vehículo interesante, pues los rodajes en exteriores suelen ser fieles testigos del parque motorizado de cada época.
El caso que nos ocupa sucedió en marzo de 2018, cuando en una prácticamente desconocida película española titulada “Fin de Semana” (Pedro Lazaga, 1964) que en ese momento estaban emitiendo en TVE, un espectacular roadster biplaza hizo acto de presencia durante un par de escenas. Inmediatamente tomé algunas fotos para ver si era capaz de reconocerlo para posteriormente consultar en foros nacionales e internacionales.
Nadie daba con la respuesta, las hipótesis eran diversas, desde un kit-car de fibra hasta alguna creación más allá del extinto Telón de Acero por similitudes con ciertos Tatra y Škoda de competición. Personalmente, al igual que otros tantos fanáticos de la marca, veía más cercanía a Volkswagen-Porsche, pues faros y llantas, comunes en ambos, parecían provenir de éstos. Todo era una incógnita y ahí se quedó la duda durante seis largos años.
APARECE EL NIETO DEL CREADOR
A principios de 2024, recibía un correo electrónico de una persona que parecía que sabía la respuesta a todas las dudas. Se trataba del Sr. Juan López Oliver que, fruto de la casualidad, había visto enlazado la entrada de mi blog personal en una de esas tantas páginas de Facebook dedicadas a los automóviles antiguos. Le recordó a un coche que había fabricado su abuelo y que sólo conocía por fotos familiares.
Tras consultarlo con su tío, que de niño había colaborado en su realización y compararlo con fotos personales de época, no se necesitaba mucho trabajo para afirmar que, efectivamente, se trataba del mismo ejemplar. Aun así y para salir de dudas, decidió contactar conmigo para asegurarse y no os podéis imaginar el impacto que me supuso recibir por primera vez aquellas fotos en blanco y negro para certificar lo evidente.
A partir de aquí quiso que me ocupara de dar a conocer la obra de su abuelo, el señor D. Ramón Oliver López, como homenaje a un auténtico artista de la chapa. Se comenzó a recopilar la mayor documentación e información posible a través de los familiares que vivieron la historia directamente, e incluso se descubrieron negativos originales aún sin revelar que, gracias a esto, por fin verían la luz.
CONFIRMADO: BASE VOLKSWAGEN ESCARABAJO
Aquellas sospechas iniciales eran correctas; tanto las partes mecánicas como el bastidor habían sido donadas por un Volkswagen. Es bien sabido que la plataforma de los Volkswagen Tipo 1 ofrece una versatilidad poco vista en otros vehículos, de ahí que durante décadas se haya aprovechado para realizar todo tipo de transformaciones; desde simpáticos buggies playeros hasta deportivos, pasando por infinidad de réplicas y kit-cars. Empresas especializadas como Rometsch, Dannenhauer&Stauss, Denzel o Enzmann emplearon sus chasis para producir cortas series de deportivos que hoy en día gozan de altas cotizaciones.
No podemos olvidarnos del famoso Lindner, un modelo construido de manera artesanal en la antigua RDA a partir de un Volkswagen militar (Kübelwagen) superviviente de la guerra imitando las líneas del Porsche 356 y que actualmente ocupa un lugar dentro de la historia de ambas marcas. Nuestro protagonista, Ramón Oliver tomaría este mismo recurso mientras trabajaba en una empresa dedicada a carrozar autobuses en Tánger.
Como obligada reseña histórica, entre 1912 y 1958 el norte de Marruecos perteneció al Protectorado Español, mientras que el sur al Protectorado Francés. En 1923 se crea la Zona Internacional de Tánger cuyo gobierno y administración recaía en manos de una comisión de varios países. Situada en el norte, por aquel entonces vivió una época de bonanza económica gracias a políticas comerciales muy liberales, convirtiéndose además de un paraíso fiscal, en una ciudad cosmopolita. En la década de los 50, más del 20 % de la población era española de un total de 200.000 habitantes. En octubre de 1956 se disolvería para reincorporase a Marruecos tras proclamarse la independencia de éste.
LA HISTORIA DE RAMÓN OLIVER
Impulsado por esa imagen de prosperidad, Ramón Oliver López (1923-1998) después de haber trabajado con su padre cuidando un cortijo y aprender el oficio de mecánico, tomó la decisión de buscar un mejor porvenir en Tánger, lejos de su Almería natal. Con un sueldo de 90 pesetas a la semana (0,54 euros) apenas le daba para mantener a su familia. Casado y con un niño pequeño, hizo las maletas en 1949.
Sus inicios fueron duros, las puertas se le cerraban cada vez que se presentaba como mecánico, hasta el punto de que durante una temporada estuvo durmiendo en el suelo de una panadería. Finalmente, aceptó un puesto de chapista en un taller Opel a pesar de su falta de experiencia. Allí no sólo aprendió el oficio, si no que destacó rápidamente por su innata destreza. Ya entonces ganaba en un día lo que en España le hubiera supuesto una semana de trabajo. La fama de sus habilidades cruza las puertas del taller y empezará a recibir ofertas de otras empresas.
Animado por un aumento salarial, dejará Opel para incorporarse a una compañía dedicada a carrozar autobuses urbanos. Dirigida por un portugués, contaba con una amplia plantilla de chapistas, mecánicos, tapiceros y pintores. Aprovechando chasis de viejos camiones, los transformaban en pequeños autobuses de una manera tan artesanal que muchas veces el resultado final provenía del ingenio o recursos del momento. En poco tiempo, el Sr. Oliver demostraría no sólo maestría, sino también inventiva en el modelado del metal. Como recompensa llega a recibir en un solo día 135 pesetas de remuneración. Gracias a su nuevo sueldo, puede permitirse que su familia se traslade a vivir con él. Y es aquí donde entra en escena el misterioso roadster.
EL VOLKSWAGEN ROADSTER ESPECIAL
En 1956 recibirá un curioso encargo: su jefe quería un automóvil exclusivo para uso lúdico. Partiendo de la base de un Volkswagen Typ 1 (es decir, un Escarabajo), fuera de las horas laborales y en colaboración con más operarios de la empresa, se fue dando forma a un deportivo biplaza descapotable. Incluso su hijo, llamado igualmente Ramón, de tan sólo 9 años, ayudó en el proceso.
Oliver concibió un diseño que personalmente me recuerda al Mercedes-Benz W196 Typ Monza de Fórmula 1, es decir, la versión de ruedas carenadas con carrocería aerodinámica presentada por primera vez en la temporada de 1954 para participar en circuitos de alta velocidad. Por ello sorprende la integración sobre las medidas más compactas del chasis VW sin perder por ello fluidez. El tejadillo sobre las aletas delanteras, las tomas de aire traseras o la ligera cresta central trasera son algunos de los detalles que me inclinan a creer que Ramón Oliver se inspiró en este modelo para dar forma a su creación especial.
Incluso la gran insignia VW colocada sobre la “falsa” parrilla delantera que indica sin complejos el origen del vehículo sería una analogía a la estrella de tres puntas de las “Flechas Plateadas”. Los faros heredados del VW, así como las proporciones generales de la carrocería otorgan una estética más cercana a Porsche. Por lo que sabemos, sólo se construyó esta unidad del Volkswagen Roadster Especial y su paradero, en la actualidad, es desconocido.
LABOR DE INVESTIGACIÓN
Aunque no tengamos datos del Volkswagen del cual se partió como base, gracias a las fotografías de la época que muestran el proceso de transformación, podemos diferenciar varios elementos para asegurar de que pertenecía a la serie “Split/Brezel” (ventana trasera partida). Por ejemplo, las defensas con un canal longitudinal y topes redondeados o el eje delantero con amortiguadores telescópicos, hace pensar de que se trataba de un modelo presentado entre abril de 1951 y octubre de 1952.
Otros detalles visibles como la palanca de cambios o el volante también corresponden a esa época. Desconocemos si la mecánica recibió algún tipo de preparación para conseguir más potencia, pues los 25 CV de serie extraídos del bóxer de 1.131 cm3 se nos antojan escasos para la espectacularidad de esta carrocería. Se supone que la matrícula que lucía por aquel entonces fuera la misma del Escarabajo, T-13113, correspondiente a Tánger.
EL VOLKSWAGEN ROADSTER ESPECIAL AL DETALLE
Analizando ya el vehículo terminado, que me gustaría llamarlo también “Oliver Especial”, destaca la presencia de dos pequeños parabrisas aerodinámicos, solución más propia de un modelo de competición. Las líneas, como ya adelantaba al principio del artículo, recuerdan a un híbrido entre el Mercedes-Benz W196 Stromlinie y un Porsche 356/550.
Incluso del Porsche 356 se ven reproducidas un par de soluciones: la tapa redonda que oculta el punto de apoyo del chasis para el gato mecánico y la moldura cromada que recorre el inferior de la carrocería. A las llantas se les equipó con un accesorio bastante común de la época: unos tapacubos imitando radios para darle un aspecto más deportivo según los cánones de entonces. Las defensas originales VW parece ser que se montaron y desmontaron a conveniencia. Por otra parte, todo apunta a que los pilotos traseros también se aprovecharon, pero, aunque no existan fotos de la zaga, parecen ser de los denominados “de corazón” (con la luz de freno en una lente superior).
Este tipo de piloto no se presentó hasta octubre de 1952, discrepando del resto de elementos visibles donados, que indican un Volkswagen fabricado al menos unos meses antes. Pero no es descartable de que fuera una actualización añadida por el propietario, práctica bastante habitual en este modelo. El volante original más tarde sería sustituido por otro con aro central.
EVOLUCIÓN
Posteriormente, el biplaza recibirá algunos cambios. Debido a la falta de practicidad del primero, se le instaló un nuevo parabrisas más amplio compuesto por dos cristales formando un ángulo. Un estilo que recuerda al empleado en el Jaguar XK120 entre otros tantos modelos deportivos de principios de 1950 (incluida la versión America Roadster del 356).
Básicamente, era una manera de conseguir un parabrisas envolvente y sin demasiada resistencia aerodinámica a falta de tecnología para obtener un vidrio curvado. Pero, además, gracias a esto se le podía acoplar un techo rígido desmontable (hard top) desarrollado para transformarlo rápidamente en un coupé. Desgraciadamente no existen fotos del Volkswagen Roadster Especial con este accesorio instalado.
Durante esa época, la matrícula es diferente, siendo 3113-33 seguido de alfabeto árabe cuya traducción es Al-Magrib o Marruecos. Entendemos, por tanto, que esta matriculación se produjo a partir de la disolución de la Zona Internacional de Tánger y su anexión al recientemente independizado Marruecos, es decir, alrededor de 1957. Pero sólo es una conjetura.
RAMÓN OLIVER VUELVE A ESPAÑA
Con la llegada de la independencia de Marruecos y debido al clima de tensión e inseguridad del momento, Ramón Oliver y su familia regresarán definitivamente a Almería en 1959, donde al poco abrirá un pequeño taller de chapistería en su barrio. No tardará en alcanzar renombre y de esta forma empezará a recibir encargos para trabajos que requerían una pericia superior a la media. Allí se reparaba de todo y si no había recambios, como sucedía con muchos de los automóviles extranjeros, sobre todo norteamericanos, que por allí pasaban, las manos de Ramón Oliver eran capaces de reproducirlos sin ningún problema.
Poco después, debido al urbanismo, el taller se traslada a otro local más amplio que con el tiempo se convertirá en todo un referente donde además se formarán varias generaciones de futuros profesionales. Pero la idea de fabricar un coche propio no se le fue de la cabeza. Con los conocimientos adquiridos con el Volkswagen tangerino quiso realizar otra unidad para su uso personal. Lamentablemente, la burocracia española de la época zanjó sus sueños. Consultando con ingenieros se dio cuenta de que el Ministerio de Industria exigía que se diera de alta como fabricante y los trámites necesarios iban a resultar de un coste inasumible para alguien como él.
De esta manera, la idea de fabricar un nuevo deportivo no pasó de ser una mera quimera. Tras su fallecimiento en 1998, el taller seguirá en activo a cargo de su hijo Ramón. En la actualidad sus instalaciones son muy diferentes a aquel humilde taller de barrio, pero aparte de conservar el apellido de su fundador, de imagen corporativa se sigue usando aquel Volkswagen Roadster Especial como testigo del talento dejado por su creador.
EL VOLKSWAGEN ROADSTER ESPECIAL EN EL CINE
La gran incógnita es qué ocurrió después y cómo llegó a aparecer en al menos dos películas filmadas en España. “Fin de Semana”, la película que me hizo descubrir este singular biplaza, es una comedia costumbrista ligera, un género representativo del cine nacional de la época. Dentro de las decenas de títulos de esta categoría, se trata de una de las menos conocidas, a pesar de estar dirigida por Pedro Lazaga y contar en su elenco con Antonio Ozores, José Luis López-Vázquez y Manolo Gómez-Bur, es decir, los habituales de entonces.
En Filmaffinity le dan un aprobado raspado, así que no esperéis gran cosa, tan sólo una obra amable y simple para pasar el rato. Hay que destacar que, si bien en la ficha técnica figura el año 1964 por ser su fecha de estreno, observando las portadas de las revistas que aparecen en una escena, ésta se habría rodado durante septiembre de 1962. La duda es saber cómo este coche, entonces con matrícula provisional francesa (en rojo con distintivo 75 de París) apareció ya en territorio español y quién era su propietario legítimo. Su presencia estelar sucede en dos escenas donde cobra protagonismo por derecho propio. En ellas es conducido por el popular Jesús Puente (1930-2000) con Elvira Quintillá (1928-2013) como acompañante. En estas escenas pueden observarse que sufrió varias modificaciones.
Una de las diferencias que presenta es la defensa delantera, minimalista e integrada en la carrocería, aunque mantiene la trasera original. Y más evidente, la ausencia de cualquier parabrisas. Gracias a estar filmada en color, ahora sabemos que el volante era rojo. También destaca el nuevo tratamiento decorativo, con la carrocería pintada en blanco con una franja roja central. Como ya indicamos, la matrícula corresponde a una de tránsito turística de París. Por otra parte, el faro derecho de tonalidad amarilla resulta desconcertante.
ÚLTIMA APARICIÓN EN EL CELULOIDE
Y hemos dicho que no es la única película donde el Oliver Especial hace acto de presencia. Durante un brevísimo momento, tan breve que ni llega al segundo de duración, aparece al inicio de la exitosa “Marisol Rumbo a Río” (1963). En esta ocasión tan sólo es un mero figurante en una escena que sucede en una famosa gasolinera de Madrid que en aquella época estaba atendida por una plantilla de chicas jóvenes… como campaña de marketing.
Puede observarse el capó levantado con basculante en el frontal. Posiblemente repostando pues es de suponer, que al igual que en el Volkswagen original y otros tantos modelos de motor trasero de entonces, el acceso al depósito de gasolina se realizaba a través del cofre delantero. Resulta, por tanto, curioso que, en el transcurso de apenas un año, este automóvil único sea visible en dos películas españolas ¿Fruto de la casualidad? ¿Estaría su propietario relacionado con el mundo del cine español? De momento es otro misterio, al igual que el paradero del Volkswagen Roadster Especial.
Texto de Fernando Rodríguez González.
NOTA: Todas las fotos de época han sido gracias a la cortesía de Juan López Oliver y los datos sobre su historia proporcionados por Ramón Oliver Guirado.