[dropcap]E[/dropcap]l pasado fin de semana tuvo lugar uno de los eventos de mayor antigüedad relacionados con los coches clásicos de Castilla la Mancha: La edición número 31 del “Rallye Alarcos”, organizada por la escudería del mismo nombre.
El rally comenzó el jueves 3 de septiembre en Ciudad Real, cuando desde las 18.30 horas los coches recorrieron las calles del centro de la capital. Los días siguientes se realizaron rutas turísticas por localidades cercanas como Valdepeñas, San Carlos del Valle o Carrión de Calatrava.
Además se rindió homenaje póstumo a Rafael Soria, aficionado jienense promotor de las concentraciones de vehículos históricos en España. En definitiva es una típica reunión creada para el disfrute pausado de las viejas mecánicas, sin ningún ánimo de competitividad, lo que suele ser un aliciente a que los participantes acudan con sus monturas más antiguas, si bien están admitidos clásicos de todas las épocas.
Por este motivo en este rally se dan curiosos contrastes como el que supone ver aparcados uno al lado del otro a los participantes más veterano y más moderno: Un venerable Chenard Walker de 1907 fabricado en Francia y un Mercedes Benz 280 SE de 1970.
Entre los participantes había prácticamente de todo, con predominio de los “preguerras” americanos. Packard, Oakland o Marmon eran algunas de las marcas presentes, sin olvidar las 4 unidades de Ford; tres de ellos eran los inevitables Ford A fabricados entre 1928 y 1931, mientras que el último era un gracioso Ford T de 1925 con carrocería “coupé doctor”.
Entre los vehículos de postguerra destacaba por las generosas dimensiones de su carrocería el Lincoln Continental de 1965 que había llegado rodando desde Jaén, así como un Facel Vega Facellia. Podría pasar desapercibido entre los “profanos” por su pequeño tamaño y líneas discretas, pero se trata del último modelo producido por la prestigiosa marca francesa, y además esta unidad concreta es una de las muy escasas que se matricularon originalmente en nuestro país.
De la veintena de vehículos tan sólo dos era de coleccionistas “autóctonos” mientras que el resto procedían provincias tan distantes como Granada, Valencia, Madrid o Córdoba.